"Es una experiencia bastante bonita. Desde el momento que estás frente al grupo hay que tener cuidado de que la pelota no te dé en la cara, no quemar al público para compartir la tradición con los turistas", expresó Laura Mendoza, una de las participantes.
Divididos en dos equipos opuestos, se lanzaron bolas de tela empapadas en queroseno, mientras una multitud los aclamaba y observaba.
"Es una descarga de adrenalina que celebramos todos los años, que se siente desde el momento en que enciendes la primera bola de fuego y comienza la guerra entre los dos bandos", comparte Mario Roldán, otro de los participantes.
En festivales anteriores se han registrado algunos heridos de gravedad. Según informes de los medios, el festival comenzó en 1922. Se cree que marca tanto la erupción del volcán El Playón de San Salvador en 1658, que obligó a los aldeanos a huir de la ubicación anterior de la ciudad, y también cómo San Jerónimo luchó contra el diablo con bolas de fuego.