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Un día en el Mercado Central de Buenos Aires, uno de los más imponentes de Latinoamérica | Videos

Situado en un predio de más de 500 hectáreas, el emblemático establecimiento de venta mayorista y minorista abastece de mercadería a casi 14 millones de personas. Ante una inflación interanual que supera el 115%, miles de familias argentinas ven en la institución un refugio de productos frescos a buen precio.
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El ruido resulta ensordecedor. Motores de camiones, gritos indicativos de los operarios y un masivo aluvión de clientes terminan de dar vida a una ciudad que prácticamente nunca duerme. Es que el Mercado Central de Buenos Aires tranquilamente puede confundirse con una urbe comercial, donde más de 10.000 personas interactúan diariamente a lo largo de sus 900 puestos de venta.
Estratégicamente localizado en el partido de La Matanzael distrito más grande del conurbano bonaerense—, el establecimiento se halla a apenas dos kilómetros de la capital del país y está rodeado de numerosas vías de acceso.
Desde allí parte la mercadería que consumen los casi 14 millones de residentes en el Área Metropolitana de Buenos Aires, por lo cual se constituye en el centro de abastecimiento más colosal de Argentina y uno de los más grandes de la región latinoamericana.
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Miguel es dueño de un puesto de venta frutihortícola mayorista que heredó de su padre. Tiene 50 años y desde los 12 trabaja en el local.
"Llego al mercado a las 11 de la noche para preparar el puesto porque a las 2 de la mañana empiezan las ventas, y después me quedo hasta el mediodía. Recién a las 13 vuelvo a mi casa, y ahí me encargo de la parte administrativa", relata a Sputnik, mientras ayuda a sus empleados a guardar la mercadería.
"El Mercado es nuestra vida: lo hacemos desde hace más de 35 años. Acá se trabaja por placer, y por eso no lo vamos a dejar nunca, aunque a veces reneguemos. No sabemos hacer otra cosa", dice el comerciante.
El de Miguel es apenas uno de los 500 puestos de venta al por mayor distribuidos a lo largo de las 18 naves que componen el recinto, a donde diariamente se acercan comerciantes y familias a abastecerse. Las autoridades estiman que cerca de 10.000 personas concurren diariamente para comprar sobre todo frutas y verduras.
Las diferencias entre este establecimiento y los supermercados tradicionales se sienten en el bolsillo: ante una inflación que en junio superó el 115% interanual —que, en el caso de los alimentos, incluso escaló hasta el 116,9%—, el Mercado Central constituye una opción donde refugiarse de la caída del poder adquisitivo.
"Acá se ofrecen los precios más baratos, principalmente por la economía de escala que tiene el mercado dada la cantidad de oferta, ya que concentra la venta frutihortícola más grande de Argentina. Por eso es un punto de referencia a nivel nacional", afirma ante Sputnik el director del espacio de ventas, Raúl Díaz.

"El mercado ofrece a los productores de todo el país la posibilidad de llegar con su mercadería y comercializarla de forma inmediata. Si los puesteros tuvieran que vender en forma desconcentrada, les significaría un trastorno por el mayor costo de logística y por ende mayor precio del producto", remarca.

Como si se tratara de una utopía liberal, en el establecimiento rige permanentemente la lógica de mercado. "Acá los precios nunca son fijos: depende de la oferta y demanda del momento. Si está terminando el día y sobraron productos, bajan automáticamente los precios porque si no hay que tirarlos. Cuando viene mucha gente y escasea, ahí suben inmediatamente", explica Díaz.
"Acá vas a conseguir los mejores precios y la mejor calidad, y eso rige para familias pero sobre todo para supermercados. Pero no es algo mágico: es que al haber más volumen y más opciones, la competencia lleva a que bajen los precios", agrega.
María Victoria tiene 70 años, es docente jubilada y vive en el partido bonaerense de Almirante Brown, a unos 20 kilómetros del recinto comercial. Junto a su marido, a principios de cada mes dedica una mañana entera a realizar las compras para ellos y sus hijos.
"Venimos todos los meses, freezamos la verdura y nos queda para todo el mes. Como tenemos que comer sano, preferimos comprar acá porque todo es muy fresco. Por lo general nuestros hijos nos encargan cosas, entonces aprovechamos y compramos también para ellos. Es un lindo paseo que hacemos cada tanto", cuenta Cristina.
Construido por etapas desde inicios de la década de 1970, el Mercado Central entró en funcionamiento en octubre de 1984, constituyendo la primera gran obra pública desde el retorno a la democracia, tras la dictadura militar (1976-1983). La gestión es tripartita: depende de los Gobiernos de la Nación, de la provincia de Buenos Aires y de la Ciudad de Buenos Aires en partes iguales.
"El establecimiento funciona como un mercado concentrador que, originalmente, hace unos 30 años tenía la característica de concentrar la producción de la zona circundante, pero a medida que se fue desarrollando empezaron a acercarse productores de todo el país", afirma Díaz.
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El funcionamiento es análogo al de un aceitado mecanismo de relojería. Para organizar los más de 700 camiones que diariamente ingresan al predio desde distintos puntos del país —y garantizar la limpieza y seguridad—, hay más de 600 empleados dependientes de la Corporación.
Además, los miles de trabajadores ocupados en la carga y descarga de mercadería dependen de cada puesto y responden a cooperativas que acuerdan.
La venta mayorista funciona entre las 2:00 y las 11:00 horas. La feria minorista, en cambio, se desarrolla entre las 8:00 y las 17:00 horas. El ingreso de los vehículos que traen la mercadería tiene lugar entre las 17:00 horas y la 1:00 del día siguiente.
"La circulación es muy grande: hay una gran logística de camiones, camionetas y vehículos de los consumidores particulares, pero detrás de cada puesto hay un armado de 24 horas diarias. Además, tenemos un laboratorio propio que significa una ventaja comparativa con el resto de los mercados que se fueron desconcentrando", afirma el director de la entidad.
Al igual que en casi todos los rubros de consumo, la delicada situación económica que atraviesa el país se refleja en el Mercado Central: "Las ventas han bajado mucho en este tiempo. Se nota que la gente restringe un poco las compras. Como el verdulero vende menos, a nosotros en el mayorista nos compra menos: el que antes venía a buscar 20 cajones, hoy busca 10", grafica uno de los trabajadores de un local mayorista.
Sin embargo, la organización colectiva aún persiste en distintas familias, que se agrupan para llevar a cabo compras mayoristas a precios accesibles. Consultado por Sputnik, el titular del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana, Isaac Rudnik, explica: "La asociación cooperativa de los hogares marca una enorme diferencia a fin de mes".
"El Mercado Central muestra que es posible generar una comercialización de alimentos más accesible a las familias, sobre todo a las de sectores populares. Si pudiéramos extender la existencia de mercados de esas características en distintos puntos estratégicos del conurbano bonaerense, sería otra la realidad", concluye Rudnik.
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