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La ciencia mexicana se suma a la lucha por reducir la importación de maíz transgénico desde EEUU

Kuautli Puma, Mistli Puma y Coztli Puma son las tres variedades de maíz creadas por investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en una apuesta por la autosuficiencia que el país latinoamericano requiere para no seguir importando productos transgénicos desde Estados Unidos.
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Aunque México es un país productor y consumidor de maíz por excelencia y es autosuficiente en la producción de grano en su variante blanca, la nación enfrenta una problemática respecto al maíz amarrillo, pues en territorio nacional no se está produciendo lo necesario, lo que obliga a importar el producto desde Estados Unidos.
Si bien el maíz amarillo es utilizado, en su mayoría, para uso pecuario, expertos han advertido que el producto de variante genética es usado también en el consumo humano. Esto a pesar de que en febrero de este 2023 el Gobierno de México emitió un decreto por el que se prohíbe la utilización de maíz transgénico para la elaboración de masa y tortilla.
De acuerdo con el documento oficial, "distintas investigaciones científicas han alertado que el glifosato tiene efectos nocivos en la salud de los seres humanos, el medioambiente y la diversidad biológica, y ha sido identificado como probable carcinogénico en humanos por la Agencia Internacional de Investigación de Cáncer".
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Pese a ello, de acuerdo con datos de la Secretaría de Agricultura, durante el primer cuatrimestre del 2023 las importaciones de maíz amarillo tuvieron un alza de 19,9% en comparación al mismo periodo del 2022, una cifra récord desde 2015.
Durante dicho periodo, la dependencia indicó que Estados Unidos continúa posicionado como el máximo proveedor de maíz amarillo en México. Es por esto que científicos del país latinoamericano se han dado a la tarea de desarrollar semillas que garanticen la autosuficiencia de maíz amarillo que no afecte la salud de sus connacionales.
En entrevista con Sputnik, la profesora e investigadora de la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán (FES-C) de la UNAM Margarita Tadeo, quien también funge como coordinadora del programa de mejoramiento genético de maíz, señala que en México hay una gran variedad de maíces, pero en el caso de los amarillos existe una gran demanda para el uso pecuario que no está cubierta en el país, por lo que se tiene que echar mano de la ciencia.
La especialista apunta que el maíz amarillo que llega a México proveniente, en su mayoría, de Estados Unidos es un producto "de mala calidad", por lo que, apunta, es indispensable contar con más variedades de semillas.

"Se importan de Estados Unidos y son de muy mala calidad. Primero, son variedades transgénicas y que no vienen con la calidad del grano que se produce en este país", sentencia.

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Es por eso que integrantes de la UNAM —la universidad más importante del país latinoamericano y una de las mejores del mundo— se dieron a la tarea de usar la ciencia en beneficio de México, al desarrollar Kuautli Puma, Mistli Puma y Coztli Puma, maíces 100% mexicanos que permitirían reducir de manera significativa las importaciones de este producto y evitar que los mexicanos sigan consumiendo la variante transgénica.
En el caso de Mistli Puma y Coztli Puma, se trata de híbridos varietales que tienen un alto potencial de rendimiento de los altos valles de México, explica la experta a Sputnik. En tanto, Kuautli Puma podría incluso sembrarse en temporal retrasado.
"Mistli Puma y Coztli Puma tiene un potencial de rendimiento de ocho, casi nueve toneladas por hectárea, por lo tanto aquellos productores que lo siembren tendrían un mucho mayor rendimiento por hectárea y de esa manera es que podemos ir aportando más grano al mercado", asevera. En el caso de Kuautli Puma, podría rendir hasta siete toneladas por hectárea.

"El objetivo de tener variedades amarillas tanto en la UNAM como de instituciones públicas es precisamente tener estas variedades altamente productivas, para poco a poco ir contribuyendo a zanjar la brecha que hay entre lo que estamos importando e ir produciendo maíz amarillo con la calidad que México requiere", subraya.

A diferencia de los maíces amarillos que vienen del extranjero, específicamente de EEUU, los maíces amarillos creados en la UNAM —cuyo registro y licencias ya fueron liberadas y se encuentran disponibles en el mercado— son modificados genéticamente de forma convencional y no tienen nada que ver con transgénicos como el glifosato.
"El daño a la salud (de los transgénicos) está demostrado. Nuestras variedades están generadas y desarrolladas con mejoramiento convencional. Además, las transgénicas no rinden más que las mejoradas convencionalmente", agrega.
El 31 de enero de 2020, el Gobierno de México publicó un decreto para prohibir el maíz transgénico ante el riesgo de perder la riqueza genética de este alimento, una decisión que en su tiempo produjo mucha polémica y resistencias, principalmente de EEUU.
"[Se busca] sustituir gradualmente el uso, adquisición, distribución, promoción e importación de la sustancia química denominada glifosato y de los agroquímicos utilizados en nuestro país que lo contienen como ingrediente activo, por alternativas sostenibles y culturalmente adecuadas, que permitan mantener la producción y resulten seguras para la salud humana, la diversidad biocultural del país y el ambiente", se lee en el documento oficial que despertó molestia entre los estadounidenses.
Y es que rechazar el maíz transgénico podría establecer un precedente que afectaría el enorme crecimiento que ha tenido el campo estadounidense gracias a este tipo de alimentos. Según un estudio de PG Economics, tan sólo entre 1996 y 2015 el uso de estos alimentos aumentó la producción global en más de 357,7 millones de toneladas.
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Este incremento se tradujo en un crecimiento de los ingresos agrícolas de 261.000 millones de dólares para los principales países productores, acorde con un estudio realizado también por PG Economics. El mismo informe indica que, de no haberse usado transgénicos, estos países habrían necesitado 274 millones de hectáreas extras para lograr la producción obtenida entre 1996 y 2020.
Si bien en México ya existen estas variantes, Margarita Tadeo asevera que hace falta un eslabón: multiplicar la semilla a gran escala. Para que el país pueda ser autosuficiente en la producción de maíz amarillo, agrega, el Gobierno tiene que impulsar la investigación científica en temas del campo y apostar por una productora nacional que tome estas variedades para multiplicarlas y que puedan llegar a los productores.
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