Las protestas se multiplicaron en diferentes ciudades francesas como París, Marsella, Lyon, Toulouse y Nantes. La rebelión rápidamente se transformó en actos de vandalismo, especialmente en Nanterre. El presidente francés, Emmanuel Macron, calificó lo ocurrido en Nanterre de "violencia injustificada contra las instituciones del país".
Las autoridades cuentan en centenares los detenidos y las protestas ya causaron pérdidas millonarias a lo largo del país. Algunas localidades declararon toques de queda.
El 27 de junio por la mañana, la Policía francesa abatió a un joven de 17 años, Nahel, que se negó a detener su coche a petición de los agentes en Nanterre, en las afueras de París. La ONU espera que la muerte del adolescente sea investigada a fondo, declaró el portavoz adjunto del organismo, Farhan Haq.
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