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"No ver en el que piensa distinto a un enemigo": las lecciones en Uruguay a 50 años de su dictadura

"Sabíamos desde meses antes que íbamos directamente hacia una agresión total a las instituciones democráticas y legítimas de la sociedad uruguaya", dijo a Sputnik el exvicepresidente Danilo Astori, a 50 años del golpe de Estado.
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El 27 de junio de 1973, el entonces presidente de Uruguay, Juan María Bordaberry (1972-1976), disolvió el Parlamento del país sudamericano, pese a los frustrados intentos de algunos dirigentes de la época de evitarlo. Así, iniciaba así una dictadura cívico-militar que se extendió durante 12 años.
El golpe estuvo precedido por un proceso de crisis gradual del sistema político. Un año antes de la disolución de las cámaras, Uruguay se encontraba bajo un "estado de guerra interno" como consecuencia de los enfrentamientos entre las Fuerzas Conjuntas (policías y militares) y la guerrilla urbana del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T).
En este marco, la agudización de la violencia y el aumento de la represión de las fuerzas de seguridad estaban cada vez más extendidas. En diálogo con Sputnik, el expresidente Luis Lacalle de Herrera (1990-1995), padre del actual mandatario uruguayo, apuntó que "la influencia de las fuerzas armadas empezó a acrecentarse a partir de la elección del presidente Bordaberry en 1971" y luego de "10 años de lucha contra la subversión".
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El dirigente histórico del Partido Nacional recordó que desde febrero de 1973 comenzaron los rumores de un golpe de Estado en el país, tras la emisión de los comunicados numerados como cuatro y siete del Ejército, en los que los militares consignaban una suerte de programa de gobierno propio.
Lacalle recordó que los comunicados generaron "un clima muy raro en Uruguay" debido a que contenían "ideas políticas" y "propuestas".

El expresidente platicó que se enteró de la disolución de las cámaras el mismo 27 de junio. "Me enteré de madrugada y me fui al Palacio a ver si había alguna presencia de diputados. No había nadie y fui al directorio del Partido Nacional y a partir de ese momento ya entramos en el régimen que duró hasta 1984", recordó.

Consultado por Sputnik, Astori aseguró que "la dictadura uruguaya es uno de los procesos más trágicos, más lamentables y dolorosos que tuvo la historia".

El economista y dirigente de la coalición de izquierdas Frente Amplio (FA) recordó que el contexto económico uruguayo de la época facilitó una gran polarización. "Uruguay tuvo un estancamiento estructural por décadas" que contribuyó a endurecer los enfrentamientos en el país, aseguró.
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"Los grandes perjudicados fueron los trabajadores: la gente que vivía de un salario, de una pensión o jubilación se empobreció muchísimo y ese contexto fue creando el caldo del cultivo para el enfrentamiento que después se materializó en un hecho trágico", apuntó.
En este contexto fue "creciendo progresivamente el poder militar", que llegó a superar al civil. Para Astori, la disolución de las cámaras en junio de 1973 no fue una sorpresa, sino parte de un proceso que venía avanzando, dado que cinco meses antes fueron publicados dos comunicados del Ejército que "anunciaban", de alguna manera, lo que sucedería.
En ese momento Astori aún no estaba entre los principales dirigentes del FA, sino que se desempeñaba como decano de la Facultad de Economía de la estatal Universidad de la República, institución que atravesó —al igual que centros educativos de secundaria— un "hostigamiento permanente de las Fuerzas Armadas".
Estos actos hostiles contra recintos educativos incluían rodeos, entorpecimientos para ingresar y salir de los locales y represión constante, explicó el político. Sin embargo, no fue hasta octubre de 1973 que el poder militar se instauró institucionalmente en la universidad y fijó nuevas autoridades.
"Nosotros ya sabíamos desde meses antes que íbamos directamente hacia una agresión total a las instituciones democráticas y legítimas de la sociedad uruguaya. Desde hacía meses sabíamos que íbamos a ser intervenidos", manifestó Astori.

Aprendizajes tras 50 años del golpe

En la óptica de Astori el golpe de Estado debe dejar enseñanzas: "No podemos admitir que se generen condiciones para repetir un hecho trágico de este tipo".
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El dirigente político enfatizó que "se debe trabajar por la vía de los acuerdos" y, sin olvidar las discusiones propias de la actividad política, "buscar encuentros hasta para discutir las diferencias". En ese sentido, consideró que "un país que ha logrado solidificar sus instituciones" debe "apostar a la convivencia pacífica".
En la misma línea, Lacalle aseguró que los 50 años del golpe de Estado dejan como lección la necesidad de "cuidar el sistema" y "no ver en el que piensa distinto un enemigo, sino un uruguayo que tiene una opinión distinta y soluciones distintas".
El expresidente también defendió la importancia de reconocer el poder legítimo del Gobierno electo en elecciones libres, y acatarlo. "Esto va para personas, para las organizaciones sindicales y culturales: todos tenemos derecho a expresar ideas, pero nunca a negar la legitimidad de los gobiernos", manifestó.
Para el expresidente, en Uruguay la defensa del sistema democrático debe ser una constante hacia el futuro del país y especialmente en periodos electorales, como los que volverá a experimentar en 2024.
De acuerdo a organizaciones de derechos humanos, la dictadura cívico-militar produjo 197 desapariciones, además de numerosos casos de detenciones arbitrarias y torturas. Se estima que entre 1963 y 1985 unas 380.000 personas abandonaron el país.
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La resistencia estudiantil

Tanto en 1973 como en los años previos al golpe de Estado, la resistencia estudiantil cobró protagonismo, lo que valió ser repelida, recordó Astori, con "máxima violencia".
Previo al comienzo de la dictadura cívico-militar —en 1968 bajo la Administración de José Pacheco Areco— muere el estudiante de odontología Líber Arce, tras ser baleado por la policía en el marco de una manifestación. Arce fue el primer asesinado de una lista que supera los diez estudiantes, entre los que se encuentran incluso liceales.

"Yo me acuerdo que a mí me tocó la triste tarea de aprovechar una salida del edificio universitario para organizar el sepelio de un estudiante asesinado, Ramón Peré, un estudiante de veterinaria", recordó Astori, que explicó que las autoridades educativas no podían volver a ingresar si salían del edificio.

Peré fue asesinado cuando estaba ocupando la Facultad durante la huelga general sostenida el 6 de julio de 1973, convirtiéndose en el primer mártir estudiantil de la dictadura.
"No fue el único asesinado" durante el golpe de Estado: le siguieron Walter Medina, de 16 años, acribillado mientras pintaba un muro, y la profesora Nibia Sabalsagaray, de 24 años, que murió como consecuencia de las torturas.
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