Parte del pico norte del nevado Huascarán, de más de 6.700 metros de altura, se desprendió el 20 de junio y generó una "gran polvareda de hielo" que mantuvo en vilo a los peruanos durante largas horas, ante posibles daños graves en poblaciones cercanas.
De acuerdo al Centro de Operaciones de Emergencia Regional (COER) de Áncash no se registraron pérdidas humanas ni materiales. Al momento del suceso no había ninguna expedición al nevado y el canal cercano de Acraranco— que alimenta una represa del distrito de Ranrahica—, no sufrió daños.
De todas formas, como medida preventiva, el COER recomendó al Gobierno local y a la población "tener preparadas sus rutas de evacuación ante cualquier eventualidad". A su vez, indicó que a la fecha continúan registrándose "avalanchas de pequeña magnitud, quedándose en las faldas del glaciar" que no suponen un peligro.
10 de junio 2023, 04:19 GMT
El desprendimiento generó gran inquietud entre los habitantes de la provincia de Yungay, una región que sigue marcada por la tragedia ocurrida en 1970, cuando un mega aluvión —producido por un terremoto y el posterior derrumbamiento de una montaña— arrasó con varias ciudades y provocó la muerte de más de 4.500 personas.
En diálogo con Sputnik, el geólogo peruano Patricio Valderrama aseguró que se trata de "un tema muy sensible" para los peruanos dado que fue en el pico norte del nevado Huascarán donde se produjo la tragedia.
Si bien este tipo de desprendimientos son "bastante habituales" en el lugar, Valderrama aclaró que el registrado el 20 de junio fue de mayor magnitud. En ese sentido, señaló que el deslizamiento fue lo "suficientemente grande como para caer por la cara frontal del pico norte y tocar la base del área glaciar —una característica muy común en las masas de hielo— que, debido a la caída libre y a la velocidad con la que cae, impacta en la roca y se pulveriza, produciendo una nube que se llama polvo de nieve".
El polvo de nieve "no tiene ni la intensidad ni la velocidad para causar daño", tranquilizó Valderrama, señalando que el deslizamiento no implicó un riesgo para las poblaciones aledañas debido a las distancias a las que se encuentran de la montaña. Los más afectados, observó el especialista, son aquellas personas que se dedican a hacer deportes de aventura en la montaña.
A pesar de que no haya sido tan peligroso, el fenómeno puede resultar escalofriante para quienes ven la escena desde abajo. "Recuerda lo frágiles que somos ante este tipo de eventos", reflexionó Valderrama, en referencia también al terremoto de Yungay, considerado la mayor tragedia provocada por un desastre natural en Perú.
Desde entonces, el país latinoamericano se ha enfocado en prevenir eventos de gran magnitud y establecer campañas educativas así como procedimientos más efectivos de evacuación. Esos protocolos funcionaron correctamente en esta oportunidad, destacó el especialista, activando en tiempo y forma las alarmas.
De momento, las condiciones en las montañas no evitan que estos episodios continúen. En esta época del año ya no se producen lluvias sobre la cordillera y las masas de hielo están expuestas a la radiación solar, dos factores que inciden en que puedan volver a producirse desprendimientos.
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