"Pekín no ha olvidado ni perdonado el bombardeo de mayo de 1999 a su embajada en Belgrado", dijo el lunes 8 de mayo el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Wang Wenbin.
Ante un grupo de periodistas, el funcionario chino condenó al bloque liderado por Estados Unidos por crear un conflicto mientras se hacía pasar por una alianza defensiva, y lo instó a "reflexionar seriamente" sobre sus crímenes.
Ante un grupo de periodistas, el funcionario chino condenó al bloque liderado por Estados Unidos por crear un conflicto mientras se hacía pasar por una alianza defensiva, y lo instó a "reflexionar seriamente" sobre sus crímenes.
Wang recordó que el pasado 7 de mayo fue el aniversario del ataque a la embajada, en el que murieron tres periodistas chinos y resultaron heridos 20 miembros del personal diplomático. "El pueblo chino nunca olvidará lo que sacrificó para defender la verdad, la igualdad y la justicia. Tampoco olvidaremos nunca esta atrocidad bárbara cometida por la OTAN, dirigida por Estados Unidos", dijo.
Si bien afirma ser un bloque de defensa regional, apuntó el funcionario, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ha "encendido repetidamente la mecha y llevado conflictos a lugares de todo el mundo, desde Bosnia y Herzegovina hasta Kosovo, desde Irak hasta Afganistán y desde Libia hasta Siria".
Habiendo participado en guerras que han matado a cientos de miles y desplazado a decenas de millones, la OTAN ahora está "haciendo incursiones hacia el este en Asia-Pacífico, instigando la confrontación entre bloques y socavando la paz y la estabilidad en la región", agregó el portavoz chino.
El ataque a la embajada ocurrió seis semanas después de la guerra aérea de la OTAN contra Yugoslavia. Cinco bombas cayeron en el recinto diplomático, matando a Shao Yunhuan, Xu Xinghu y su esposa Zhu Ying. Pekín condenó en aquel momento el ataque, tildándolo de un "acto de barbarie".
Tras la matanza, Estados Unidos argumentó que había golpeado la embajada por accidente, utilizando "un mapa antiguo" de la capital serbia. El objetivo real, dijo Washington, había sido la agencia del Gobierno yugoslavo para adquisiciones militares, que estaba a casi 500 metros de distancia.
Como resultado de la masacre, un agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) estadounidense fue despedido y seis fueron amonestados.
Además, el presidente de Estados Unidos entonces, Bill Clinton, ofreció una disculpa pública. Posteriormente, Washington pagó una compensación de 28 millones de dólares al gobierno chino y 4,5 millones de dólares a las familias de las víctimas.
El tribunal de crímenes de guerra para la ex-Yugoslavia respaldado por la OTAN citó estas reparaciones, así como las medidas disciplinarias de la CIA, entre las razones para no abrir una investigación sobre el atentado, y no se presentaron cargos contra sus responsables, por lo que la matanza continúa impune.
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