El ministro de Economía argentino,
Sergio Massa, comunicó el 26 de abril sobre un
acuerdo por el cual Argentina pagará en yuanes las importaciones provenientes de China. La medida, aún limitada al intercambio bilateral, apunta a una
mayor autonomía respecto al sistema bancario estadounidense, que controla y los flujos en dólares por todo el mundo.
En un contexto de una crisis económica reflejada en una
inflación que supera el 104% interanual y en una
brecha cambiaria —la diferencia entre el dólar oficial y el paralelo ilegal que escaló casi un 10% en siete días— mayor al 100%, el Gobierno argentino celebró la concreción del pacto con el gigante asiático como un vaso de agua en el desierto.
Al activar el swap (intercambio de monedas) con China, desde ahora Buenos Aires podrá disponer de yuanes para abonar las importaciones —por un monto estipulado en 1.070 millones de dólares en abril y 790 millones en mayo—, ante el panorama de extrema fragilidad en materia de divisas que atraviesa Argentina.
"Esto va a aliviar bastante la situación del Banco Central argentino, pero no cambia la fragilidad de fondo", indica a Sputnik Francisco Cantamutto, economista e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).
"Hay que ser cautos porque estamos en una situación muy delicada, con elevadísima incertidumbre", sostiene el especialista.
El diagnóstico del analista halla eco entre sus colegas. "El anuncio trae un alivio muy importante porque implica no depender del dólar para comerciar, pero la escasez de reservas sigue estando y es muy preocupante", remarca a Sputnik Ismael Bermúdez, periodista especializado en economía.
La decisión se inscribe en un escenario de insoslayable tensión cada vez más explícita entre Washington y Pekín por la presencia en América Latina. La especificidad del caso argentino radica en la dependencia que supone el
acuerdo con el FMI para la refinanciación del crédito por
44.000 millones de dólares otorgado en 2018 al Gobierno de Mauricio Macri (2015-2019).
Ante el complicado panorama argentino —tras
atravesar la sequía más grave del último siglo, que disminuye la llegada de divisas fruto de las exportaciones—, Cantamutto considera que "
el FMI tiene una corresponsabilidad en esta situación por el crédito infame del 2018 porque cada vez se van más divisas por el pago de intereses de la deuda".
"El FMI no está dispuesto a conceder algún alivio", tras los efectos de la pandemia y la crisis ucraniana en la economía argentina. "Es corresponsable por la situación de reservas: no solamente no inyecta nuevos fondos sino que tampoco deja de demandar los pagos", destaca el economista.
En este marco, el acuerdo con China puede leerse como una forma de trasladar la presión a la Casa Blanca: "Este es un gesto de endurecimiento ante Estados Unidos, que hasta ahora no ha realizado cambios en la arquitectura financiera internacional como para contener a países como Argentina", sostiene el investigador.
"Argentina venía trabajando en un alineamiento con Washington, pero ahora que es necesario renegociar el acuerdo con el FMI esto pone presión sobre el tablero para mostrar que Buenos Aires no está en el bolsillo de nadie", sostiene Cantamutto.
Según Bermúdez, el beneficio del pacto bilateral anunciado es de partida doble, no solo disminuye la dependencia del dólar, sino que también fuerza al gigante norteamericano a reconsiderar su posicionamiento ante Argentina. "La única forma que tiene Estados Unidos para neutralizar a China es convertirse en un importante ayudante de nuestro país y sabemos que lo que haga el FMI está en manos de la Casa Blanca".
"En el imaginario popular argentino el dólar es un vehículo de ahorro, pero como medio de cambio su peso es relativo: nosotros comerciamos más con China que con Estados Unidos", aclara.
Los silenciosos cambios se reflejan en hechos concretos, como el
acuerdo entre Lula da Silva y Xi para el comercio bilateral. Según Cantamutto, "Brasil es el caso más sorprendente porque históricamente estuvo alineado con Estados Unidos. Hoy distintos países están
desafiando esta preeminencia, no todos siguen al pie de la letra lo que dice Washington".
"Crecientemente vemos cómo el dólar se retira de la triangulación internacional, lo mismo está haciendo Lula. China pasó a ser el principal inversor en Latinoamérica y el Caribe, zona que antes Estados Unidos consideraba como su área privilegiada de influencia", concluye Bermúdez.