El electorado del Paraguay definirá el próximo 30 de abril a su futuro presidente de la República por un periodo de cinco años, en unos comicios que acaparan las miradas por lo reñido que se prevé su desenlace.
Son las fórmulas presidenciales en competencia. Sin embargo, de acuerdo con las encuestas de opinión, la elección será definida por los candidatos del tradicional bipartidismo del país.
Por un lado, la fórmula de Santiago Peña y Pedro Alliana, de la oficialista Asociación Nacional Republicana (ANR), conocido como el Partido Colorado. Del otro, el binomio presidencial de Efraín Alegre y Soledad Núñez, candidatos del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA, centro), agrupados en la opositora Concertación Nacional por un Nuevo Paraguay.
La última encuesta desarrollada por AtlasIntel da una leve ventaja a la candidatura de la Concertación, liderada por Efraín Alegre, con un 38,2% sobre el 36,1% del candidato colorado, el exministro de Economía Santiago Peña.
En una definición tan ajustada, el vencedor de las elecciones generales será quien obtenga la mayoría simple el 30 de abril, ya que el sistema electoral paraguayo no cuenta con la herramienta del balotaje o segunda vuelta para dirimir entre los dos candidatos con más votos.
Origen del sistema electoral paraguayo
En una conversación con Sputnik, la politóloga paraguaya Katia Gorostiaga Guggiari destacó que la definición por mayoría simple en las elecciones —en vez del balotaje, como se da en otros países de la región—, tiene sus bases en la Constitución Política del Paraguay de 1992 y su contexto histórico: el país había salido poco antes de larga dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989), militar y político afiliado al Partido Colorado.
"Se tenían en mira dos cuestiones: evitar a toda costa la reelección (...) y, en segundo lugar, elecciones por mayoría simple, lo que sí tiene que ver con los partidos tradicionales fuertes", observó la especialista.
La mayoría de los integrantes de la Convención Nacional Constituyente de 1992 era del Partido Colorado. A raíz de ese contexto posdictadura en el que se redactó la actual Constitución y su consiguiente sistema electoral, "al Partido Colorado no le conviene que haya balotaje, porque si bien tienen muchos afiliados, existen muchas posibilidades de que en caso de balotaje, el partido Colorado termine derrotado", acusó Gorostiaga Guggiari.
Desde la caída de la dictadura, "salvo en las elecciones en las que fue electo el presidente Andrés Rodríguez (1989-1993) con un 56% en 1989, en las siguientes elecciones el Partido Colorado no tuvo ese tipo de mayoría", indicó la politóloga paraguaya.
"Entonces a ellos [el Partido Colorado] no les conviene que haya segunda vuelta, porque eso le daría más oportunidades a la oposición, que nunca llega junta, de unirse y tener un candidato único que permita la existencia de la alternancia en el poder", destacó.
Legitimidad de las elecciones
Según Gorostiaga Guggiari, el balotaje le daría "más legitimidad a las elecciones, sobre todo en estas próximas elecciones que van a ser muy peleadas. En los comicios anteriores hubo una diferencia de 100.000 votos y ahora se avecina que será así también según las encuestas".
Tener un sistema electoral con segunda vuelta, "salvo en los costos que implica, es bueno en todo sentido. Sobre todo para un país como el nuestro, con una polarización tan fuerte entre dos partidos de derecha —pero digamos que de derecha diferente—, como el Partido Colorado y el Partido Liberal Radical Auténtico", aseguró la analista.
Gorostiaga Guggiari agregó que el balotaje es una herramienta electoral que "permitiría la alternancia y creo que eso siempre es saludable para la democracia. Sin importar si favorece más al centro, la izquierda o la derecha", concluyó.
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