En un comunicado de prensa, el Pentágono detalló que los vehículos aéreos se consiguieron a partir de la modificación del contrato FA8625-11-C-6600, previamente firmado.
Con esta actualización, Boeing se compromete a fabricar 15 aviones adicionales a los anunciados el 27 de enero, en una transacción cuyo valor fue de más de 2.255 millones de dólares.
Aunque la compañía reportó pérdidas por 5.500 millones de dólares en 2022 por los costos de fabricación y las cadenas de suministro, los 15 aviones KC-46A Air Force Production Lot 9 se entregarán como máximo el 31 de agosto de 2026 y serán gestionados por el Centro de Gestión del Ciclo de Vida de las Fuerzas Aéreas y por la Base Aérea Wright-Patterson, en Ohio. Por ello, se espera que la empresa tenga una recuperación.
Durante 2022, y en el contexto del apoyo militar que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) brinda a Ucrania, la industria armamentística fue una de las que mejores resultados presentó al cierre del año.
Según información difundida por el propio Departamento de Estado de Estados Unidos, las ventas de armamento estadounidense a otros países pasaron de 35.800 millones de dólares en 2021 a 51.900 millones de dólares en 2022.
La venta directa de armas de fabricantes radicados en Estados Unidos creció de 103.000 millones de dólares a 153.000 millones de dólares en 2022, de acuerdo con el Gobierno de Joe Biden.
Países como Alemania inviertieron 8.400 millones de dólares para la compra de 35 aviones F-35 Joint Strike Fighter, mientras que Polonia erogó 6.000 millones de dólares para la compra de 250 tanques M1 Abrams.
En otras regiones de tensión geopolítica, como Asia y Oceanía, las compañías armamentistas también encontraron una oportunidad para aumentar sus ganancias. Tan solo Indonesia autorizó la compra de 36 aviones de combate F-15ID por 13.900 millones de dólares, mientras que Australia gastó 1.950 millones de dólares para la fabricación de 40 helicópteros Black Hawk.
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