La iniciativa de esta medida
fue presentada en junio de 2022, cuando el
Grupo de los Siete decidió instalar un mecanismo que permitiera a terceros países seguir importando petróleo crudo ruso por vía marítima usando los buques cisterna del G7 y de la UE, así como las compañías de seguros y las instituciones de crédito, pero bajo
la condición de que la mercancía se vendiera a menos de 60 dólares. Esto podría suponer un obstáculo incluso para los países que no forman parte del controvertido acuerdo. Tanto la UE como el G7 van a revisar el nivel del tope cada dos meses, la primera revisión está prevista para mediados de enero.
El viceprimer ministro ruso Alexandr Nóvak especificó que si el tope entraba en vigor, Rusia reorientaría su suministro de crudo hacia otros "socios orientados al mercado" o reduciría la producción. Pero a pesar de esta advertencia y plenamente consciente de los posibles estragos en los mercados energéticos en caso de que Moscú frenara la extracción de petróleo, Occidente siguió adelante con su plan.
Como la prohibición del crudo marítimo de la UE no se aplica al crudo ruso que entra en Europa a través de oleoductos, Hungría, la República Checa y Eslovaquia podrán seguir recibiéndolo a través del oleoducto Druzhba. A Bulgaria también se le concedió una exención temporal especial de la prohibición del petróleo marítimo hasta finales de 2024.
Rusia anunció en varias ocasiones que "venderá petróleo y productos petrolíferos a aquellos países que colaboren con nosotros
en condiciones del mercado, aunque tengamos que recortar un poco la producción", declaró Nóvak. El presidente del país,
Vladímir Putin, también anunció que Rusia no exportará petróleo y gas a los países que
decidan poner un tope a los precios de la energía.
Por su parte, la Embajada de Rusia en EEUU calificó la limitación de precios como una iniciativa "peligrosa".
El 4 de diciembre la
Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y sus aliados
celebraron una reunión en la que se llegó a la decisión de mantener las cuotas de producción de petróleo existentes. La alianza había acordado anteriormente recortar la producción en 2 millones de barriles diarios desde noviembre hasta finales de 2023, impulsada por unas perspectivas económicas más débiles.
Los expertos prevén una escasez de petróleo y gasóleo en el mercado europeo como consecuencia del embargo, así como un aumento de los precios de los combustibles, lo que supondrá un duro golpe para la economía de la UE.
Al mismo tiempo, Rusia aumentó considerablemente los suministros a China, la India, Turquía, África y Oriente Medio, y sigue buscando y encontrando mercados alternativos. Según fuentes citadas por los medios de comunicación occidentales, Rosneft está ampliando su propio negocio de fletamento de petroleros, y Lukoil está trasladando su petróleo del oleoducto Bakú-Tbilisi-Ceyhan (Turquía) al sistema no sancionado del Consorcio del Oleoducto del Caspio.
Como parte de las sanciones impuestas a Rusia por su operación militar especial en Ucrania, la UE llegó el 2 de diciembre a un
acuerdo para fijar un límite al precio del crudo ruso transportado por mar en 60 dólares por barril. Ese mismo día, los países del G7 y Australia también
acordaron fijar un tope al precio de 60 dólares para el petróleo procedente de Rusia.
El tope de precios para el petróleo ruso en 60 dólares (49 libras) por barril fue impuesto por las economías industrializadas del Grupo de los Siete (EEUU, Canadá, el Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Japón), así como por la UE y Australia. El 5 de diciembre, día en que entra en vigor la medida, los precios del petróleo subieron, por ejemplo, el crudo Brent subió aproximadamente un 1% hasta superar los 86 dólares en las operaciones de Asia.