El comandante de una de las unidades de estos sistemas narra que al recibir las coordenadas del enemigo, los vehículos se desplazaron a las posiciones de fuego correspondientes y tras realizar los correspondientes cálculos balísticos, abrieron fuego.
"Después de nosotros queda un mínimo de trabajo en el campo de batalla", resumió el militar destacando la apabullante potencia de fuego de los TOS-1.
A diferencia de los sistemas de artillería ordinarios, el Solntsepiok usa proyectiles termobáricos de 220 mm que no emplean fragmentos para eliminar al enemigo y destruir los objetivos. En lugar de ello, al incendiarse el líquido que dispersa al detonarse, el proyectil literalmente elimina el oxígeno en su área de acción y forma una potentísima onda expansiva que puede matar a la fuerza viva que incluso está dentro de fortificaciones.
Cada uno de estos vehículos porta hasta 24 proyectiles, y un disparo de unos pocos TOS-1 puede devastar un área enorme, aunque a primera vista no se puedan ver los cráteres de las explosiones de los proyectiles.
Es por eso que no queda mucho trabajo para las tropas que van a despejar las posiciones enemigas que fueron impactadas primero por los lanzallamas pesados Solntsepiok.