La inflación suele golpear doblemente a las familias menos pudientes de los países y el caso de Brasil no es la excepción. En efecto, en los últimos meses las estadísticas dan cuenta de que los brasileños están intentando reducir los gastos en alimentos, lo que los llevó a un llamativo cambio de hábito: los refrigerios ganan lugar frente a los almuerzos tradicionales.
El dato surge de una investigación de consumo elaborada por la agencia Kantar y difundida por Agencia Brasil, que da cuenta de que los brasileños parecen haber comenzado a cambiar sus hábitos de consumo para gastar menos en comidas fuera de casa.
En efecto, como consecuencia de la inflación, los brasileños han optado por reducir lo que gastan en comida fuera del hogar. Así, los almuerzos tradicionales pasaron a ser sustituidos por sándwiches o bocadillos, generalmente más baratos que un menú habitual.
1 de julio 2022, 14:59 GMT
De acuerdo a los datos de la consultora, mientras un almuerzo completo puede llegar a costar 43,94 reales (8,21 dólares) durante el primer trimestre, un bocadillo puede adquirirse a un precio promedio de 10,43 reales (1,95 dólares).
David Fiss, director comercial de Kantar, explicó a Agencia Brasil que "el brasileño busca cada vez más practicidad en su alimentación", haciendo que los bocadillos sean cada vez más frecuentes "en situaciones en las que solían ser fuertes las comidas tradicionales".
Si bien pueden influir factores como una mayor "practicidad" en el consumo, los analistas atribuyen a la inflación y su efecto sobre los alimentos el principal motivo por el que los brasileños comienzan a evitar sentarse a comer en un restaurante. En el mes de mayo de 2022, Brasil alcanzó una inflación anualizada —contando los últimos doce meses— de 11,73%. Teniendo en cuenta los últimos 27 meses, la inflación acumulada trepa a 17%.
El mismo informe de Kantar da cuenta de que, en un contexto en que la canasta básica de alimentos, bebidas y artículos de higiene se incrementó un 13%, el rubro gastronómico tuvo un incremento de 21%, haciendo que alimentarse fuera de casa a la hora del almuerzo se haya vuelto sensiblemente más caro en el país.
El efecto inmediato es que las visitas a restaurantes a la hora del almuerzo durante el primer trimestre de 2022 haya caído un 25% con respecto a lo que sucedía antes de la pandemia de COVID-19. En contrapartida, se incrementó el consumo de snacks y sándwiches. Curiosamente, los snacks que más aumentaron fueron los dulces y chicles con un 11%, los helados con un 8% y las galletas y pasteles con 5%.
A comienzos de junio, otra encuesta —en esa oportunidad de la consultora Horus — ya advertía que la inflación estaba afectando uno de los hábitos más sagrados de los brasileños: el desayuno. La primera comida del día pasó de costar un promedio de 5 reales (0,93 dólares) a 15 reales (2,80 dólares).