“Estoy horrorizada por la matanza sin sentido, así como por el desplazamiento forzado de la población local en el ataque a la aldea de Tole", declaró Bachelet.
La alta comisionada hizo "un llamado a las autoridades de Etiopía para asegurar que se inicien rápidamente investigaciones del ataque".
De 200 a 360 personas, según diversos medios internacionales que citan a testigos de la masacre, perdieron la vida el 18 de junio en Tole, distrito de Gimbi, en Oromía.
La mayoría de las victimas son de la etnia amhara y los atacantes, según algunos testigos, pertenecen al llamado Ejército de Liberación de Oromo (OLA, por sus siglas en inglés), un grupo insurgente que representa a una etnia rival.
Sin embargo, un portavoz de OLA citado por la agencia AP rechazó esa acusación y dijo que el ataque fue perpetrado por "militares del régimen y milicias locales" que estaban retrocediendo ante una ofensiva de los rebeldes.
El primer ministro etíope, Abiy Ahmed Ali, afirmó el 20 de junio que su Gobierno tendrá "cero tolerancia" hacia estos ataques que calificó de "horribles" e "inaceptables".
El principal objetivo de estos ataques, perpetrados por "fuerzas ilegales e irregulares" según él, es aterrorizar a las comunidades locales.
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