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"Rodolfo Hernández es un emperadorcito"

John Claro, exconcejal de Bucaramanga que fue agredido por el candidato presidencial cuando se desempeñaba como alcalde de esa ciudad (2016-2019), habló con Sputnik sobre la gestión de Hernández y su talante como gobernante.
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Este 19 de junio, Colombia elegirá entre el candidato de la Liga de Gobernantes Anticorrupción, Rodolfo Hernández, y Gustavo Petro, de la coalición izquierdista Pacto Histórico.
John Claro tiene una historia con Hernández que no quiere dejar de contar. En 2015, Claro fue elegido concejal de Bucaramanga, capital del departamento de Santander en el norte de Colombia. En la corporación conformó la coalición de Gobierno de Rodolfo Hernández, un empresario de la construcción que hizo campaña a la Alcaldía en 2015 con un discurso anticorrupción y ganó con un margen estrecho a las estructuras tradicionales de Bucaramanga.
Hoy Claro le hace oposición a Hernández, mostrando el verdadero rostro del exalcalde. En diálogo con Sputnik explicó por qué cree dañino que se convierta en el próximo presidente de Colombia.

De la música y la política

Para Claro la forma de habitar la política era a través de la música, de la burla con rima, de la ironía al son de una guitarra.
La música era su trinchera desde la que se resguardaba de la parte oscura de la política, de la que ejercen los profesionales de corbata que hablan mucho, hacen poco y ensanchan sus bolsillos y egos.
La inconformidad y la desigualdad en un país como Colombia, en una ciudad como Bucaramanga, con mucha corrupción, lo removieron de su lugar cómodo de práctica política y lo impulsaron a convertirse en lo que sus canciones burlaban, un político, un funcionario del Estado.
También le atribuye ese salto de la música a la política su paso por un colegio público, el Santander, catalogada de graduar rebeldes, por donde pasaron líderes de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN).
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Ahí es donde se acercó a la música social, a la de denuncia, a la irreverente, la que marcó su estilo y lo convirtió en un bohemio que deambula con su guitarra para empaparse del mundo real, el que siente y vive una mayoría empobrecida.
Fue un músico errante que no perdió el humor, que entendió cómo burlarse de la miseria sin caer en la trampa de la revictimización. Para algunos fue un juglar, para otros un maestro de música y de vida.
Claro, que le compuso un himno a Bucaramanga, quería retribuirle a la cuidad con algo más que canciones y risas, cuando fue elegido como concejal con 3.446 votos.
La relación entre Hernández y John Claro se empezó a deteriorar cuando se unió al llamado de moción de censura contra una de las secretarias de la Alcaldía por sobrepasarse en sus funciones.
El alcalde lo tildó de politiquero y corrupto y los señalamientos se convirtieron en una agresión física, el 28 de noviembre de 2018. Hernández supo apagar la polémica con el símil de que la cachetada fue a la corrupción y no al concejal.
El exconcejal solo espera que Colombia no repita los cuatro años que vivió Bucaramanga entre 2016 y 2019, cuando Rodolfo Hernández fue su alcalde.
—¿Cómo un músico llegó a ser un político?
—Estudié en un colegio y universidad pública. En principio, empecé Medicina, luego Ingeniería metalúrgica, de la que hice ocho semestres. En ese momento abrieron la carrera de Música y me cambié. Como estudiante siempre participé en eventos artísticos y sociales. La canción social está ligada a mí. Entonces, pasar por la educación pública y ser cercano a la música social le da a uno una concepción diferente de la vida. Llegué a la política por las coyunturas que suceden en el país, lo hice buscando un cambio, pero es impredecible, no se sabe qué va a pasar.
—Fue elegido concejal de Bucaramanga en 2015, cuando Rodolfo Hernández se convirtió en alcalde. ¿Cómo fue su trabajo de oposición a la administración de él?
Hay una realidad que la gente no conoce. En el concejo siempre estuve en la coalición minoritaria que apoyó a Rodolfo. Él miente diciendo que era de la oposición.
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¿Por qué dice que usted era opositor de él?
—El tema conmigo nunca fue personal. De todos los proyectos que pasó, en tres años, apenas voté negativamente dos, el del cobro del IVA a la telefonía fija en Bucaramanga y el de la actualización de los estratos para el cobro del impuesto predial. De resto todos, incluso el del presupuesto que propuso al comienzo, los voté positivo.
—¿Por qué Rodolfo Hernández lo agredió físicamente? Según él, usted es un corrupto y mentiroso…
—Todo comenzó por una moción de censura contra una de sus secretarias que incrementó un gravamen. Yo me opuse porque constitucionalmente quienes pueden hacer eso somos nosotros los concejales. Eso desencadenó a que Rodolfo empezara a atacarme, a decir que estaba del lado de la politiquería. Y en un encuentro que tuvimos sobre el tema me cacheteó. Y su respuesta para defenderse es que no le estaba pegando a John Claro, sino a la corrupción de la ciudad.
— ¿La ciudadanía creyó eso?
—Eso caló entre la gente, que le terminó creyendo a Rodolfo. Lo de la cachetada fue maquinado estratégicamente. La gente cree que fui a su oficina, con una cámara y que él no sabía. Eso es mentira. Me entrevistaron medios locales y nacionales, después me cerraron los micrófonos mientras que a él le siguieron preguntando por lo ocurrido. Mucha gente también le cantó sus verdades, solo que eso no quedó grabado. Hoy Rodolfo tiene 35 procesos disciplinarios y más de cinco penales. Y se supone que yo era el corrupto y el ladrón.
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—Ya que menciona sus procesos, los cuales están ligados a su gestión y comportamiento como alcalde, ¿cómo califica su administración?
—Voy a mencionar indicadores para que la respuesta no quede desde la emoción. Rodolfo recibió la pobreza monetaria en 25,8%. Cuando renunció, luego de ser suspendido, la entregó en un 31.4%. Es decir, menos poder adquisitivo. Otro indicador: el índice de pobreza extrema, en 2016, la recibió en 2.1%, la entregó en 4.6%. Todo lo que tiene que ver con la inequidad en calidad de vida (salud, recreación, servicios, educación), estaba en 8,4% cuando empezó y terminó en 14.5% cuando se fue. Esa es la verdadera gestión de Hernández.
—Esos números no son buenos, ¿hay algo que le reconozca de su gestión?
—En esto quiero ser justo. En lo fiscal, hay un tema que es el déficit de tesorería que son los dineros que se les deben a los contratistas por licitaciones. Eso sí lo saneó Rodolfo, pero la deuda pública, cuando terminó su gestión, quedó en 201.000 millones de pesos [alrededor de 52 millones de dólares]. Entonces saque usted las conclusiones.
—¿Por qué Rodolfo Hernández habla de más de 500 obras en su alcaldía?
—Eso es falso. Hizo el parque del Café Madrid, una obra acertada, el Parque de los Sueños y otro que no recuerdo el nombre, que ya estaba y solo fue remodelarlo. De resto, en temas de cemento [infraestructura], que es lo que la gente ve cuando se le pregunta por la gestión de un gobernante, no hizo más.
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—¿Por qué cree que un personaje como él llegó a la Alcaldía de Bucaramanga?
—En Bucaramanga había una hegemonía de alcaldes liberales. En las elecciones que participa Rodolfo, había dos candidatos de la derecha y él se va por la mitad [el centro], aunque para mí es igual de politiquero que el resto, porque ha financiado las campañas de muchos.
En los comicios de 2015, podían votar 500.000 personas y votaron poco más de 300.000. Carlos Ibáñez, uno de sus contendores, sacó 72.000, el otro 55. 000.
Las maquinarias se dividieron y Rodolfo les sacó ventaja y ganó con 75.000. Se impuso no porque contara con la gran mayoría, sino porque era su momento, aunque él no lo creía. Por eso el día de las elecciones se fue para Estados Unidos, porque pensó que iba a perder.
—¿Rodolfo Hernández mantuvo su discurso de campaña durante su administración?
El mismo de siempre: concejales ladrones y bandidos. Y eso era lo que decía. Se encargó de desprestigiar más al Concejo. Los indicadores, lo que prometió, no se mejoró.
—¿Qué cree que va a pasar si Rodolfo Hernández es presidente de Colombia?
Rodolfo es un autócrata, un emperadorcito. Reta al establecimiento, al Estado de derecho, es difamador, mitómano, engañoso, discurso gracioso, grosero, patán, pero más que eso es autócrata.
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