"Estoy temblando de emoción, como si fuera la primera vez", decía a Sputnik poco antes de empezar a los desfiles Lucineide, una de las miles de personas que se preparaban para pisar este monumental estadio de la fiesta, diseñado por el arquitecto Oscar Niemeyer y con capacidad para más de 70.000 espectadores.
La primera escuela en desfilar fue "Em cima da hora" (A última hora), cuyo desfile es una reedición del carnaval de 1984, cuando la escuela abordó la cultura de los viajes en tren de la clase trabajadora entre el suburbio de Río y el centro de la ciudad.
Este 20 y 21 de abril, desfilan las escuelas de la llamada "Serie Oro", considerada una especie de "segunda división" respecto a las escuelas de samba más importantes, agrupadas en el "Grupo Especial", que llenarán el Sambódromo el 22 y 23 de abril.
Desfiles de las escuelas de samba en Río de Janeiro, Brasil
© Sputnik / Joan Royo Gual
El carnaval oficial de Río de Janeiro iba a celebrarse en febrero, pero fue aplazado a abril debido a la preocupación que generó la ola de la variante ómicron del nuevo coronavirus.
Este 20 de abril, al decretar inaugurado el carnaval con la entrega de las llaves de la ciudad al rey Momo, el alcalde de Río, Eduardo Paes, defendió la importancia de la fiesta no sólo a nivel cultural, sino también económico, por su fuerte impacto en la ciudad, tanto en generación de puestos de trabajo como en recaudación de impuestos.
Según un reciente estudio del ayuntamiento de Río, el carnaval da trabajo directo a más de 43.000 personas y deja en la ciudad alrededor de 4.000 millones de reales (más de 865 millones de dólares), según los datos de 2020, antes de la pandemia.
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