Estos centros de control se basarán tanto en aviones como en helicópteros y gestionarán agrupaciones de vehículos aéreos no tripulados de todos los tamaños y propósitos sin importar a qué rama de las fuerzas armadas pertenezca. Esto aumentará el alcance de la comunicación y garantizará su confiabilidad.
"El principal problema de los drones rusos es su alcance insuficiente. Incluso los dispositivos grandes pueden operar a una distancia máxima de 200 a 250 km de las estaciones de control en tierra", reveló el experto militar Vladislav Shurigin, al medio ruso Izvestia.
Según Shurigin, los centros de mando aéreos son menos vulnerables que los terrestres, ya que, en caso de una guerra, lo primero que hará un adversario tecnológicamente avanzado es buscar y atacar los puntos de control terrestres. Por eso tanto en Rusia como en EEUU se crearon los llamados aviones del juicio final para que los altos mandos militares puedan seguir activos en caso de una guerra nuclear.
Los puestos de mando basados en helicópteros no se utilizan en este momento; sin embargo, se están diseñando sobre la base de los nuevos helicópteros de transporte Mi-38 encargados por el Ministerio de Defensa ruso.