El alcalde, Eduardo Paes, explicó en rueda de prensa que será "una versión más simple", ya que habrá "fuegos artificiales que serán visibles desde varios puntos de la ciudad", pero no los conciertos gratuitos que solían congregar a miles de personas en la arena de la playa.
Para intentar evitar aglomeraciones la alcaldía optó por descentralizar la fiesta; además de Copacabana, que es el epicentro de las celebraciones, se lanzarán fuegos artificiales en otros 10 puntos de la ciudad, para evitar al máximo los desplazamientos.
Además habrá algunas restricciones al tráfico, como la prohibición de aparcar en la propia playa de Copacabana y la entrada de autobuses turísticos en la ciudad a partir del 30 de diciembre.
En los últimos días, el ayuntamiento de Río y el Gobierno del estado de Río lanzaron mensajes contradictorios sobre la celebración de la fiesta debido a la pandemia; el alcalde llegó a anunciar su cancelación, pero finalmente acordaron organizarla aunque con las citadas limitaciones.
Paes recordó que el año nuevo en Copacabana —que suele atraer entre dos y tres millones de personas— es un icono para el mundo, y lo comparó con las clásicas imágenes de la ópera de Sydney, el Big Ben de Londres o Times Square en Nueva York dando la bienvenida al año.