Octavo mandamiento

La OTAN busca desestabilizar Asia Central tras abandonar Afganistán

Moscú endilga a la OTAN intento de desestabilizar Asia tras la retirada de sus tropas de Afganistán, mientras Rusia lanza un duro mensaje a Ucrania, y George Soros quema sus últimas naves en la Open Society. Concluyó paro nacional en Bolivia, y Colombia consternada por asesinato de dos adolescentes. Estos y otros temas hoy en Octavo Mandamiento.
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La OTAN dejó un polvorín en Afganistán

"Vemos intentos deliberados de 'calentar' la situación, de socavar los mecanismos existentes de interacción interestatal. [...] Se puede notar el deseo de la Alianza Atlántica tras [su salida de] Afganistán de redistribuir fuerzas a otras zonas de la región, ya sea Asia Central, Asia del Sur o el Sudeste Asiático, y al mismo tiempo, enviar flujos de refugiados afganos a estas regiones".
Así lo denunció el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, al intervenir este martes en una reunión de los cancilleres de los países miembros de la Conferencia de Interacción y Medidas de Confianza en Asia celebrada en Nursultán, capital de Kazajstán. Y es que la configuración geopolítica en la región no se vuelve más sencilla, lo que frena su transición al marco de referencia de cooperación e integración amplia multilateral.
El canciller ruso abundó que "la OTAN deja de lado la cuestión sobre su responsabilidad sobre las consecuencias de sus experimentos que duraron 20 años. Proponen que la comunidad internacional, ante todo los vecinos de Afganistán, se ocupen de la solución de los problemas".
Lavrov alertó que el abandono furtivo de la OTAN de Afganistán ha complicado aún más el nudo de contradicciones en ese país. "Afganistán heredó de la OTAN mucho armamento y equipos militares y es importante hacer todo lo posible para evitar que las armas y equipos de combate dejados por las tropas de la Alianza se utilicen con fines destructivos", advirtió.

Rusia lanza duro mensaje a Ucrania: ¿qué tendría que leer entre líneas la UE?

Hartazgo por unas contrapartes que carecen de soberanía y siguen a cada instante las directrices que llegan desde EEUU, incluso si ello significa violar los acuerdos previos. Es lo que queda reflejado en el más reciente artículo del vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmítri Medvédev, publicado en el periódico ruso Kommersant.
En el texto defiende la tesis de que seguir intentando construir relaciones con los actuales gobernantes de Ucrania no tiene ni el más mínimo sentido por tratarse de gente que no cumple con su palabra, de tal manera que todos los acuerdos a los que se llega, se convierten en papel mojado, siempre y cuando así lo indiquen los patrocinadores occidentales de la nación vecina.
Al respecto, Medvédev cita muchos ejemplos, entre ellos, el incumplimiento por Ucrania de sus obligaciones asumidas en el marco de los acuerdos de Minsk para el arreglo del conflicto en el país, o las asumidas en el marco del llamado cuartero de Normandía. Ante esta situación, Medvédev da a entender que Rusia tiene la suficiente paciencia como para esperar la llegada al poder en Ucrania de un Gobierno proclive a la construcción de unos lazos "equitativos y mutuamente ventajosos" con Moscú.
"Desde el golpe de Estado de 2014, Ucrania ha perdido prácticamente toda su soberanía", comentó a Sputnik el intelectual español Javier Colomo Ugarte, al insistir en que las actuales autoridades del país "están muy supeditadas y no tienen capacidad para tomar iniciativas propias", sino que son un instrumento en manos de Washington en su estrategia antirrusa.

Soros quema sus últimas naves para imponer el capitalismo salvaje

Al final, se decidió. El magnate judío húngaro George Soros, nacionalizado estadounidense, y que hizo su fortuna a base a apostar en distintos momentos de su vida a la debacle económica de varios países, rompe la hucha –alcancía– para apostar al todo o nada.
Dicen sus adláteres que lo idolatran, que desde 1979 Soros ha jugado a ser el mesías de la bondad a la enésima potencia, presuntamente apoyando cuestiones tan sensibles como la educación y la salud públicas, a los inmigrantes y refugiados, a las minorías sociales y raciales, a la mujer en su derecho exclusivo a su salud reproductiva.
Alaban también sus iniciativas en varios países tales como la regulación de las drogas y reformas como la del derecho penal para que haya más alternativas a la privación de libertad con la presunta intención final de crear, como un Dios, sociedades más abiertas e igualitarias, países de los que nadie tenga que emigrar a la fuerza.
Pero, ¿qué hay en realidad detrás de la figura de Soros? "Su filosofía de apertura mundial es una apertura brutal hacia el súper-capitalismo más salvaje, y para ello, bajo [la presunta intención de] defensa a minorías y refugiados, lo que necesita esa nueva filosofía es que no existan fronteras, que las diferencias de naciones –porque él no habla nunca de naciones– desaparezcan; que ese sistema que necesita todas las libertades del mundo, según él sobre todo busca la libertad económica", explica el columnista de Sputnik y exdirector de Euronews, Luis Rivas.
"Que no hayan fronteras significa que puedan entrar mercancías y personas sin ningún control, y si entran personas sin ningún control de países donde los salarios son más bajos, ayudarán mucho más y serán mucho más efectivas para el capitalismo sin fronteras, que es en lo que se ha convertido el capitalismo antiguo", explica Rivas.
El analista advierte que "la financiarización del capitalismo tiene mucho que ver también con la idea de convertir a todos los ciudadanos del mundo en un mismo consumidor, sin gustos diferentes, sin historias diferentes, sin raíces diferentes, y para ello, nada como un multimillonario que tiene influencia en muchos Gobiernos de Europa y en el mundo gracias a su dinero, para crear universidades, 'think tanks', institutos de relaciones internacionales, y para vender al mundo que es un filántropo y que sólo busca la libertad y el bienestar del mundo", remacha Rivas.

Endeudamiento global a causa del COVID-19, mala noticia para los millennials

Una brutal pandemia de deuda. Este es uno de los efectos del brote del coronavirus, donde el Banco Mundial acaba de comunicar que la deuda de los países con bajos ingresos aumentó un 12 por ciento en 2020, hasta una cifra récord de 860.000 millones de dólares, debido a la pandemia.
El prestamista internacional, con sede en Washington, estimó que las entradas netas de deuda pública externa en los países de bajos ingresos aumentaron un 25 por ciento hasta los 71.000 millones de dólares, el nivel más alto en una década.
La relación entre la deuda externa y el ingreso nacional bruto de los países con ingresos bajos y medianos aumentó al 42 por ciento en 2020 desde el 37 por ciento en 2019, mientras que su relación entre la deuda y las exportaciones aumentó al 154 por ciento en 2020 desde el 126 por ciento en 2019.
En este contexto, el presidente del Banco Mundial, David Malpass, llamó a la comunidad mundial a elaborar un "enfoque integral" al problema.

El patriarca del fútbol ruso Nikita Simonián cumple 95 años

No será ninguna exageración afirmar que en Rusia no hay ni un solo aficionado del fútbol que no conozca a Nikita Simonián. Y no hay nada de extrañar al tratarse de un jugador y entrenador que ha dejado una huella imborrable en la historia del balompié soviético y ruso.
Este 12 de octubre el patriarca del fútbol ruso, Nikita Simonián, celebró su 95 cumpleaños, y lleno de energías y optimismo, sigue presente y activo en el juego más popular, ejerciendo el cargo del primer vicepresidente de la Unión de Fútbol de Rusia [Federación].
Nacido el 12 de octubre de 1926 en la ciudad sureña de Armavir, desde niño Nikita se enamoró del fútbol al que jugaba todos los días junto a otros chicos de su barrio.
En una reciente entrevista, la leyenda del fútbol ruso relató que su padre, que hacía de zapatero, no compartía la pasión de su hijo: "Claro que mi papá me regañaba y decía a mi mama: ¡Hasta cuándo seguirá rompiendo las botas que tengo que fabricarle unas nuevas! Pero la pasión por el balón venció. En los episodios de confrontación en el campo me sentía súper seguro de mi mismo, algo mágico tenía ese balón de fútbol que prácticamente me seducía", recuerda Nikita Simonián de sus primeros pasos en el balompié.
Al fin de cuentas, llegó a ser un gran delantero. Su debut se remonta a la temporada de 1946, cuando, a la edad de 19 años empezó a defender los colores del club Krylia Sovetov de Moscú. Fue el máximo goleador de la Soviet Top Liga en tres ocasiones: marcó 26 goles en la temporada 1949, 34 en la siguiente, y 14 en 1953.
Como delantero del mítico club capitalino Spartak, Nikita Simonian ganó cuatro títulos ligueros: 1952, 1953, 1956 y 1958. Además, en 1950 y 1958 fue campeón de la Copa de la Unión Soviética. Como internacional sovético, Simonián ganó el oro olímpico en 1956 en los Juegos de Melbourne, Australia. Durante su carrera de jugador Simonián disputó un total de 233 partidos, en los que marcó133 goles.
Tras finalizar su carrera en el campo en 1959, Nikita Simonián fue entrenador de los más exitosos en el fútbol soviético. Al frente de la dirección técnica del Spartak Moscú, en dos ocasiones ganó el título liguero [1962 y 1969], y tres veces se proclamó campeón de la Copa de la URSS con el club rojiblanco [1963, 1965 y 1971].
En 1973, Simonián asumió la dirección técnica del club Ararat de la capital armenia, Ereván, y en la misma temporada condujo al equipo a las medallas de oro en el campeonato de la URSS y al triunfo en la final copera.
Pese a su avanzada edad Nikita Simonián sigue desempeñándose como primer vicepresidente de la Federación Rusa de Fútbol, procura no perderse ningún partido que se juega en Moscú, y mantiene la puerta de su despacho abierta, dispuesto a atender a cualquiera que necesite su consejo.
Invitamos a los oyentes de Octavo Mandamiento a compartir sus opiniones sobre los acontecimientos más importantes en sus países, enviando mensajes de voz de un máximo de dos minutos al WhatsApp del programa: +7 968 766 28 74.
El equipo del programa está integrado por Javier Benítez, Víctor Sújov y Víctor Ternovsky.
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