McLaughlin tiene 38 años, mide 1,82 metros y pesa 89 kilos. Sin embargo, las miradas no están puestas en su presente, sino en su pasado. Es que tiempo atrás, Alana era Ryan, estuvo en las filas del Ejército de EEUU y combatió en Afganistán.
El combate entre las dos luchadoras que se llevó a cabo el 11 de septiembre mantiene encendido el debate sobre la participación de atletas trans en este tipo de competencias.
De hecho, a McLaughlin le costó mucho encontrar rival, hasta que finalmente dio con Provost, quien no puso objeciones para medirse contra la estadounidense.
Sin embargo, internautas, colectivos feministas y luchadores han cuestionado el enfrentamiento.
"Cambia tu nombre, llámate mujer… pero sigues siendo un maldito hombre, sal de la MMA femenina, cobarde", opinó el luchador Sean Strickland.
Por su parte, el colectivo español Contra el borrado de las mujeres pidió que haya "juego limpio para las mujeres".
McLaughlin nació en Carolina del Sur en una familia de granjeros y siempre encontró resistencia de sus padres cuando intentaba explicarles su condición de mujer.
El Ejército fue una escapatoria, pero allí rodeado "de los hombres más masculinos", según explicó a The Guardian, reafirmó sus intenciones. A la vuelta de Afganistán, comenzó con el tratamiento, se instaló en Portland y se operó poco tiempo después. A partir de entonces comenzó también a entrenar para convertirse en luchadora.