El año pasado, Bolsonaro afirmó que la inyección de una vacuna de Pfizer podría convertir a los receptores en caimanes. Sus palabras – "si te conviertes en un caimán, es tu problema" – empujaron al ecologista Klinger Rodrigues a disfrazarse de sucuri (boa amazónica) para ponerse su primera dosis.
El cartel de Rodrigues quien caminaba con tacones altos decía "viva la ciencia, viva el sistema público de salud, fuera Bolsonaro".
Y el joven no estaba solo. Otros brasileños también acudieron a vacunarse disfrazados de reptiles, protestando contra la política de las autoridades en la esfera de sanidad.