Según el servicio de prensa del establecimiento docente, los científicos estudiaron el caso más prolongado conocido de COVID-19 en una paciente con una inmunidad reducida que llevaba enferma 318 días.
"La investigación permitió detectar las mutaciones que ayudan al coronavirus SARS-CoV-2 a eludir la inmunidad celular", destacó.
Al mismo tiempo, remarcó que el análisis filogenético y la secuenciación genómica de las muestras obtenidas de la paciente demostraron que la enferma estaba contagiada todo el tiempo con el mismo coronavirus. En ese periodo el virus adquirió un total de 40 mutaciones, modificándose mucho más rápido que lo suele hacer al propagarse por una población.
Los científicos explicaron que si el virus permanece en un organismo por mucho tiempo, es capaz de acumular los cambios en su estructura genética para evadir la respuesta inmune, lo cual convierte a los pacientes con baja resistencia inmunitaria en 'puntos calientes' de la rápida evolución del patógeno.
De esta manera, concluyeron los investigadores, las células T es un motor subestimado y potencialmente poderoso de la evolución del SARS-CoV-2 en las personas con una inmunidad reducida.