La noticia, difundida primero por el portal 47news, provocó gran repercusión en la prensa rusa, que reveló que el búnker, de más de 200 metros cuadrados, pertenecía a un habitante petersburgués de procedencia armenia de apellido Escobar.
La prisión, escondida bajo una casa de campo y rodeada de una valla alta, contaba con literas, puertas de acero y cámaras de vigilancia.
Una fuente comentó a Sputnik que la Policía encontró esa cárcel clandestina ya en 2019.
"El búnker subterráneo en el distrito de Vsevolozhski fue descubierto en 2019, se llevó a cabo una pesquisa en las instalaciones. Los investigadores también trabajaron con el nuevo propietario de este sitio", dijo el interlocutor, sin dar más detalles.
Otra fuente informó a Sputnik que tras la publicación de la noticia, empezaron las labores para enterrar la entrada a la cárcel.
Según 47news, los propietarios del sitio con la prisión subterránea, en distintos momentos fueron un exoficial del Servicio Federal Penitenciario de Rusia (FSIN) y un ruso de origen armenio, Mkrtichán, que en 2010 cambió su apellido a Escobar.
Se señala que Mkrtichán fue llevado ante la justicia por robo, extorsión y secuestro.
Por su parte, el departamento petersburgués del FSIN afirmó a Sputnik que no tiene nada que ver con el búnker.
Mientras, una fuente informada dijo a Lenta.ru que los prisioneros podrían ser empresarios que se enriquecieron con las criptomonedas.
"Teniendo en cuenta que la cárcel operaba en 2014, lo más probable es que los prisioneros fueran nuevos millonarios que se enriquecieron con bitcóines", supuso.