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La calvicie es sexy y Yul Brynner lo comprueba: el ruso que conquistó EEUU

Quedarse calvo es un tabú para muchos hombres hasta el día de hoy pero era todavía más resistido en la década de 1950. Fue el actor ruso Yul Brynner quien, casi por casualidad, cambió ese paradigma al alcanzar la fama gracias a su cabeza afeitada y un estilo exótico que le ganó la fama de sex symbol.
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Perder el cabello puede ser un verdadero drama para los hombres, que suelen sentir que la alopecia es el comienzo del final de sus días más sexys. Pero no todo está perdido —y esta nota no hace referencia a esos presuntamente milagrosos tratamientos capilares— sino a uno de esos íconos que logró hacer de su cabeza calva un ícono: el ruso Yul Brynner.
Nacido el 11 de julio de 1920, Brynner tuvo una infancia extrañamente agitada para un niño nacido en la década del veinte en Vladivostok, la ciudad portuaria ubicada en el la zona oriental de la entonces Unión Soviética. El pequeño Yul (cuyo nombre en realidad era Yuli) era hijo de Boris Brynner, ingeniero minero, y de Marousia Blagovidova, una actriz y cantante.
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Las necesidades de la industria minera llevaron a la familia a mudarse a China cuando Yul tenía seis años. Sería solo el primero de varias mudanzas: en 1934, sus padres se separaron y se volvió a mudar, esta vez a París con su madre y su hermana mayor. Los niños asistieron a escuelas de arte, un fuerte de la capital francesa, donde se especializó en la música.
Yul transcurrió su adolescencia trabajando como músico en bares nocturnos de París, siempre junto a grupos de descendientes de gitanos. En aquel ambiente, dicen, llegó a conocer al pintor español Pablo Picasso. Tuvo un fugaz paso por el Reino Unido pero fue a los 20 años cuando dio el salto definitivo al mudarse hacia Estados Unidos junto a su madre.
Paradójicamente, la cultura rusa se reencontraría con el joven Brynner en tierras estadounidenses. Se instaló en Nueva York y conoció al dramaturgo ruso-estadounidense Mijaíl Chéjov, sobrino del mítico escritor ruso Antón Chéjov. Fue a través de Chéjov que Brynner logró ganarse un lugar en Broadway, con algunos papeles en piezas teatrales.
Mientras consiguió un trabajo como productor y realizador en la cadena de televisión CBS pero continuó con una ascendente carrera teatral. El reconocimiento le llegó cuando interpretó al rey Mongkut de Siam en la obra musical El rey y yo, estrenada en 1951. Fue el papel que marcó su carrera —según consigna su hija Victoria en un artículo biográfico, llegó a interpretarlo más de 5.000 veces en el escenario—, ya que lo consagró en el ámbito actoral estadounidense y le valió un premio Tony y un Oscar a mejor actor por su versión cinematográfica estrenada en 1956.
Pero no solo los dotes actorales de Brynner llamaron la atención. Los espectadores que concurrían a ver El rey y yo quedaban sorprendidos por el aspecto del actor que encarnaba al rey de Siam: era un hombre joven totalmente calvo.
De más está decir que afeitarse totalmente la cabeza no era algo común entre los hombres de la época, que a regañadientes aceptaban su calvicie natural. De hecho, el uso de peluquines era común entre los hombres. Que un hombre que no sufría ese problema se mostrara públicamente sin pelo sacudió el paradigma de mediados del siglo XX.
La historia cuenta que la responsable de cambiar la cabeza de Brynner fue Irene Sharaff, la multipremiada diseñadora de vestuario de Holywood que, encargada de vestir a los personajes de El rey y yo, aconsejó a Brynne que su personaje se vería mejor totalmente calvo. El actor dudó al principio pero accedió.
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El éxito de la obra puso al actor ruso bajo todos los focos y poco después su cabeza calva era su signo distintivo. Si bien siguió interpretando al rey de Siam por mucho más, mantuvo su imagen sin cabello durante el resto de su carrera.
Su cabeza calva no solo inspiró a hombres del ambiente artístico. Los pasillos de Hollywood son testigos de que se le atribuyen a Brynner romances con Marlene Dietrich y hasta con la célebre Judy Garland. Por si fuera poco, se casó cuatro veces, la última en 1983 con la bailarina china Kathy Lee.
Si bien murió en 1985, cuando un cáncer de pulmón que truncó su vida a los 65 años, el estilo particular de Brynne, así como el misterio que él mismo se encargó de construir alrededor de sus orígenes rusos y gitanos, lo convirtió en una figura muy recordable. Sus hijos colaboraron en eso: Rock, su hijo mayor, editó una biografía de su padre en 1989, y la hija menor, Victoria, compiló sus mejores fotografías —su otra pasión— en una serie de libros lanzados en 2020.
También en 2020 apareció un documental sobre la vida de este particular actor: Yul Brynner, el magnífico. Dirigida por los franceses Benoît Gautier y Jean-Frédéric Thibault, la película repasa "la increíble historia, personal y profesional, del actor y símbolo sexual más exótico desde Rudolph Valentino", actor italiano que deslumbró a las mujeres estadounidenses en la primera década el siglo XX.
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