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Así fueron los últimos días del príncipe Felipe

Los problemas de salud no impidieron que el príncipe Felipe pasara un buen rato con su esposa, la reina Isabel II, según informó Daily Mail citando a personas informadas, que arrojaron luz sobre los últimos días de la vida del miembro de la realeza.
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Cuando en marzo de 2020 comenzó el confinamiento, Felipe fue trasladado al castillo de Windsor para reunirse con la reina. Su dormitorio, con vistas a la Terraza Este del castillo de Windsor, seguía unido por el vestidor que da a la habitación de su esposa.
Según las fuentes, el duque de Edimburgo pasó las últimas semanas durmiendo gran parte del día, sin embargo, hubo momentos de "gran lucidez y alegre unión".
En esos momentos, el príncipe estaba de humor y se negaba a ser ayudado por sus lacayos. Un informante reveló un momento en el que al duque se le cayeron las gafas de leer. El paje se apresuró a recogerlas, pero el príncipe levantó el brazo y dijo: "No importa. Lo haré yo". Y lo hizo, según la persona informada citada por Daily Mail.
Los días en que se sentía con fuerzas para salir de su habitación, se vestía con camisa y jersey, pantalones planchados y zapatos lustrados. Había un ayudante de cámara que le preparaba el baño, pero según las personas familiarizadas, al menos hasta hace poco, Felipe seguía vistiéndose solo.
En los días cálidos pedía que le sacaran una silla y se sentaba al sol con una alfombra sobre las piernas. A menudo se quedaba dormido.
No hubo un declive dramático de su salud, sino que fue gradual. A principios de esta semana, el personal afirmó que Felipe estaba "en buena forma", seguía leyendo y escribiendo cartas.
Sin embargo, se cambiaron las rutinas domésticas para que el príncipe se sintiera lo más cómodo posible. Canceló su té matutino de las 7:30 de la mañana, que un ayudante de cámara le llevaba a su habitación. Le subían la comida en una bandeja, pero a menudo tenía poco apetito.
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En los últimos días había estado a menudo confinado en su habitación, pero en las semanas transcurridas desde su salida del hospital en marzo ha estado más tranquilo y calmado. No obstante, tenía una ambición: estaba decidido a no terminar sus días en el hospital.
"Cuando regresó al castillo de Windsor dijo que no iba a volver a ningún hospital", reveló una persona familiarizada.
Le resultaba difícil caminar y en su apartamento utilizaba un bastón. De vez en cuando permitía que le empujaran en una silla de ruedas, pero el personal se resistía a sugerirlo.
"¡Quiten esa maldita cosa de mi vista!", gritó al verla por primera vez, según un ayudante.
La voluntad de no mostrar cualquier signo de fragilidad era característica de él, subraya el medio.
"El estribillo constante era que no hubiera problemas", asegura una fuente.
Aun así, se encontraba lo suficientemente bien como para seguir hablando por teléfono con su familia y amigos íntimos, ya que, a diferencia de la reina, a Felipe no le gustaban las llamadas con zoom.
Pero se sentía frustrado por las restricciones de COVID, que no solo limitaban las visitas de la familia, sino que también dificultaban los cuidados de enfermería que necesitaba.
Falleció en paz en la mañana del 9 de abril, en el castillo de Windsor, donde había nacido su madre, la princesa Alicia, bisnieta de la reina Victoria.
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