"Vamos a trabajar estrechamente con Estados Unidos en esta iniciativa importante para satisfacer mejor la demanda de Australia y las crecientes necesidades de nuestro socio militar más importante", indicó Morrison en un comunicado.
Con este proyecto, valorado en 1.000 millones de dólares australianos (760 millones de dólares estadounidenses), Canberra busca también crear miles de empleos en una economía azotada por la pandemia de coronavirus.
El jefe del Gobierno australiano dice que este plan es parte de su estrategia de inversiones públicas en armamentos e industria bélica para los próximos diez años.