Su origen hay que buscarlo en la favela de Paraisópolis, Sao Paulo, una barriada de humildes casas de ladrillo donde viven más de 100.000 personas. El presidente de la Unión de Vecinos y Comerciantes, Gilson Rodrigues, líder comunitario y emprendedor a partes iguales, explica a Sputnik el por qué de un banco creado por y para la favela.
"Al emprendedor de la favela, los bancos tradicionales le niegan el crédito", dice Rodrigues, que señala sobre todo dos perfiles que prácticamente se dan de bruces contra las puertas de las oficinas: las mujeres negras (en general las cabezas de familia en estos barrios) y los más jóvenes, muchas veces víctimas de prejuicios que los asocian al tráfico de drogas.
"Pero nosotros creemos que somos capaces de seleccionar un perfil que pueda devolver el préstamo. Tenemos en cuenta otros valores más allá del dinero, uno de los factores a tener en cuenta es que se genere riqueza en la comunidad", explica.
Presidente de calle
La creación de un banco de las favelas era una idea antigua, pero cobró fuerza en parte por las necesidades que impuso el nuevo coronavirus. En las primeras semanas de la pandemia, la favela de Paraisópolis se organizó rápidamente para repartir toneladas de alimentos básicos a las familias que perdieron sus empleos o no podían ir a trabajar.
Fue así como nació la figura de los "presidentes de calle", vecinos que pasaban casa por casa todos los días para verificar si había alguien con síntomas de COVID-19 o necesitado de ayuda.
Ante la falta de socorro externo, soluciones propias. Es el nós por nós, la filosofía de la favela que impregna también el proyecto del G10 Bank, comenta Rodrigues. Los 658 "presidentes de calle" que trabajaron durante la pandemia en Paraisópolis acumularon un gran capital humano (conocen al dedillo los sueños y proyectos empresariales de sus vecinos).
Ahora, la idea es aprovechar todo ese conocimiento, darles darles formación financiera para que se transformen en "avalistas informales". Ellos serán los encargados de preseleccionar las personas que podrán recibir financiación del banco.
El G10 Bank está inspirado en la fórmula de los microcréditos que popularizó el premio Nobel de la Paz Muhammad Yunus. En una fase inicial se darán préstamos de un máximo de 15.000 reales (2.600 dólares) para llegar al máximo número de beneficiarios. El banco parte con un capital inicial de 1,8 millones de reales (320.000 dólares), aportados por inversores anónimos, y promete destinar el 33% de sus beneficios a financiar los proyectos sociales de las favelas.
El banco ya está funcionando y en breve estará presente en las 10 favelas brasileñas que integran el G10 —entre ellas están Rocinha en Río de Janeiro o Heliópolis, en Brasilia, por ejemplo—. Se espera que su presencia ayude también a que miles de brasileños abran por fin una cuenta en un banco, con el impacto económico que eso puede conllevar (acceso a crédito, aumento del consumo, etc).
A día de hoy hay alrededor de 45 millones de brasileños "desbancarizados", en parte por los niveles de pobreza, pero no sólo por eso, como recuerda Rodrigues: "Somos un público que quiere confiar en la institución financiera. Aún existe esa cosa de guardar el dinero debajo del colchón, porque la favela siempre fue muy marginada, hay cierta desconfianza hacia los bancos tradicionales", explica.
Los impulsores del G10 Bank se apoyan en los datos para resaltar el potencial económico de estos barrios, en general dejados de lado por el poder público. Un estudio reciente de la empresa Outdoor Social subrayó que en las favelas brasileñas se mueven 159.000 millones de reales —más de 28.300 millones de dólares— al año gracias a los 262.000 comercios que hay en su interior.
Se trata, sobre todo, de micro y pequeñas empresas: bares, restaurantes, panaderías, mercados, tiendas de ropa o peluquerías que ahora puede que lo tengan más fácil a la hora de buscar financiación.