De momento, 55 pájaros están albergados en la Casa de la cigüeña que vive exclusivamente con donaciones personales.
"[Recibimos] a cigüeñas con lesiones, es decir, son cigüeñas con discapacidades, ya no pueden ser liberadas a la naturaleza. Así que tienen que vivir con los humanos el resto de sus vidas", explica Marina.
Los activistas del centro no capturan a cigüeñas en la naturaleza deliberadamente, sino que alimentan y tratan a las aves dañadas que les trae la gente. En el centro de rehabilitación, los animales no solo se recuperan sino que también pueden encontrar a su alma gemela.
Las parejas muestran su amor al golpear los picos. Cuatro parejas de cigüeñas ya se han formado en la Casa.
Las aves no están en cautiverio: si un individuo siente que puede salir del centro, vuela de vuelta a la naturaleza sin problemas. El resto sigue viviendo en el centro durante todo el año: en la cabaña que se mantiene caliente en invierno, y en un corral abierto en los meses veraniegos. Como aves rapaces, las cigüeñas se alimentan de ranas, terrores, ratones y pequeños peces.
La fundadora del proyecto confía en su éxito creyendo que las cigüeñas son aves que aportan felicidad y armonía. Este pájaro tiene una profunda importancia cultural y se considera un animal muy positivo y amistoso hacia los humanos. Por ejemplo, en la antigua Grecia los que mataban a una cigüeña eran castigados con la pena de muerte.