"Nuestra acción es neutral, atendemos a todos sin preguntar quién es y sin mediaciones partidistas: nos debemos a las personas que necesitan ayuda", aseguró Romero, a propósito de una reciente agresión a un equipo de MSF, que obligó a suspender indefinidamente sus operaciones en esta nación centroamericana.
Las autoridades detuvieron el 1 de febrero a cuatro sospechosos de privar de libertad a un médico y un auxiliar de enfermería de MSF que respondían a un llamado de emergencia en el municipio de Ilopango (centro), y que lograron escapar tras ser golpeados.
Tras el incidente, el primero de su tipo desde la llegada de MSF a El Salvador en 2018, la organización decidió suspender temporalmente sus actividades hasta tener certeza de que pueden trabajar de forma segura.
La llegada de MSF a El Salvador respondió al contexto de violencia que sufre este país, en especial en las llamadas Zonas Rojas, donde la amenaza de las pandillas afecta el acceso a servicios básicos de salud pública, y ni los socorristas se atreven a entrar.
En esos lugares, marcados por el estigma de la inseguridad, la organización creada en 1971 en Francia y ganadora del Premio Nobel de la Paz en 1999 realiza jornadas periódicas de atención médica y promoción de salud.
También responde a emergencias con la máxima de hacer su trabajo sin preguntar, lo que les permitió expandir su rango de acción desde Soyapango hasta otros municipios volátiles, como San Martín, Ciudad Delgado y Tonacatepeque.
"Solo en Soyapango hay más de 190 de estas Zonas Rojas, y cuando sus pobladores llaman a los centros públicos de salud o socorro les cuelgan o de plano le dicen que no van a atender la emergencia", lamentó Romero.
Amén de responder a estos llamados, MSF también apoya a las víctimas de la violencia que necesitan una atención integral, médica y sicológica, y hasta el pasado domingo nunca se habían registrado incidentes violentos, por lo cual decidieron poner un alto temporal.
Además, la organización recalcó en un comunicado su carácter médico-humanitario e independiente, sin ningún poder político, económico o religioso que dicte sus acciones.