El herpes zóster o culebrilla es una infección viral que se produce por la reactivación del virus de la varicela-zóster, el mismo que causa la varicela. En aquellos que tuvieron esta enfermedad, generalmente en la infancia, el virus permanece en el cuerpo en los ganglios linfáticos nerviosos y puede reactivarse como herpes zóster.
"Esta familia de virus tiene la característica de poder quedarse en el organismo de forma latente. En la mayoría de las personas esto no tiene mayor trascendencia pero, en algunos adultos mayores de 50 años, es posible que se pueda reactivar como zóster", explicó la doctora Rosa Elena Sarmiento, viróloga de la Universidad Nacional Autónoma de México.
En general esto ocurre en aquellos que tienen su sistema inmune debilitado, sea por enfermedades preexistentes, estrés, cansancio o mala alimentación. La infección suele iniciar con dolor en el tronco en una "zona alargada" que le da el nombre de culebrilla.
Otros síntomas son fiebre, dolor de cabeza, fatiga y erupciones o ampollas en la piel, generalmente de un solo lado del pecho o la cara, que producen dolor en la zona y picazón. Es importante que el paciente no se rasque para que no se produzca una infección bacteriana.
"En cuanto al tratamiento, existen algunos antivirales que en el herpes funcionan muy bien, como el aciclovir y valaciclovir. Sin embargo, estos tienen un mejor efecto cuando se toman al inicio de la manifestación de los síntomas. No eliminan al virus, sino que hacen que la enfermedad sea más leve", añadió la viróloga.
De no tratarse a tiempo, el herpes zóster puede generar neuralgia posherpética, que es la persistencia del dolor luego de que desaparecen las lesiones, incluso por meses o años. Otras complicaciones son la pérdida temporal de visión, audición o equilibrio si las erupciones se producen muy cerca del ojo o el oído.
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