Últimamente la Policía de Oslo descubre más casos de prostitución de lo habitual. En general, las mujeres provienen de los países de Europa del Este cuya situación epidemiológica y sanitaria a raíz de la pandemia dista mucho de ser positiva.
Además, las prostitutas a menudo no cumplen con la obligación de guardar cuarentena tras entrar en el territorio del país. Algunas mujeres incluso han sido multadas, y la Dirección Noruega de Inmigración se ha visto obligada a tomar cartas en el asunto.
"Basándonos en la experiencia, sabemos que cuando nos encontramos con aquellos que venden sexo, se trata solo de una parte visible del iceberg. Por desgracia, seguramente el número es mayor y lo desconocemos", explicó el representante de la Policía Andreas Meeg-Bentzen a TV 2.
Hasta ahora, las autoridades no han tenido conocimiento de ningún caso de contagio por COVID-19 entre las trabajadoras sexuales, pero en caso de producirse sería difícil detectarlo.
30 de octubre 2020, 16:20 GMT
"Creemos que quienes hayan comprado sexo y se hayan infectado difícilmente se lo comunicarán a aquellos que controlan la propagación de la infección", comentó Meeg-Bentzen.
Además, la Policía no puede seguir la cadena de contagio ni puede acceder a las listas de clientes de las trabajadoras sexuales, lo que hace que sea aún más complicado controlar la propagación del coronavirus.
Según Meeg-Bentzen, una prostituta normalmente recibe a unos tres o cuatro clientes al día. Los servicios sexuales se prestan en los apartamentos de alquiler.
"Estamos preocupados por la salud pública. Se trata de potenciales bombas de infección que ayudarán a aumentar el contagio total en la sociedad", comentó.
Al igual que en la vecina Suecia, en Noruega la prostitución también es ilegal. Se considera un acto delictivo cuando se compran actos sexuales, pero no cuando se venden.
Desde que comenzó la pandemia, Noruega registró unos 44.553 casos de coronavirus y 405 muertes.