La capacidad de volar es una adaptación extremadamente útil, pero que consume mucha energía. No es sorprendente que en condiciones adecuadas, las aves no vuelen. Esto es lo más frecuente en las islas donde no hay depredadores terrestres ni mamíferos competidores.
Un equipo de investigadores dirigido por Ferran Sayol de la Universidad de Gotemburgo decidió evaluar el impacto humano en la diversidad de las aves no voladoras.
Para ello, compilaron una lista de todas las especies de aves conocidas que se extinguieron desde finales del Pleistoceno que comenzó hace 126.000 años hasta la actualidad. Luego anotaron por separado las que han perdido su capacidad de volar. Los autores no analizaron las causas específicas de la extinción de cada especie: sostuvieron la opinión común de que los humanos son responsables de la gran mayoría de las extinciones desde el Pleistoceno tardío.
Los autores contaron un total de 581 especies de aves extintas, lo que representa solo alrededor del 5% de la diversidad total. Unas 166 especies, es decir, el 29%, no podían volar o lo hacían mal. En comparación, hay 60 especies de aves no voladoras en la Tierra hoy en día. De no haber sido por la extinción antropogénica, habría por lo menos 226 de ellas. O, aun más, aseguran los ornitólogos, ya que los paleontólogos no han descubierto todas las especies extintas.
El estudio reveló un número desproporcionado de especies extinguidas que habían perdido su capacidad de volar. En general, debido a los humanos, la diversidad de las aves no voladoras ha disminuido en casi tres cuartas partes.
Además, en el pasado, las especies de aves no voladoras no solo eran muy diversas, sino que también estaban más ampliamente distribuidas geográficamente.
Los resultados demuestran claramente el impacto de los humanos en la reducción de la diversidad de las aves y, en particular, de las especies no voladoras. El estudio muestra cómo las extinciones inducidas por el hombre distorsionan las ideas sobre la evolución de las aves. Teniendo en cuenta las especies extintas, resulta que las aves de diferentes clases se negaban a volar mucho más a menudo que las especies modernas. En otras palabras, el pequeño número de especies de aves no voladoras que se puede observar hoy en día no es una norma, sino una anomalía, concluyen los investigadores.
Los resultados fueron publicados en Science Advances.