Actualmente la península de Arabia incluye vastos y áridos desiertos que la habrían hecho inhospitable para la gente primitiva y los animales que poblaban el planeta hace miles de años.
Las investigaciones de la última década han demostrado en repetidas ocasiones que en aquel entonces el clima en el área era diferente. En el período conocido como el último interglaciar sus territorios solían estar más húmedos y más plantas crecían en ellos. Además, en la zona estaba el lago poco profundo Alathar, al que solían frecuentar camellos, búfalos y elefantes para beber agua.
"En ciertos momentos del pasado, los desiertos que dominan el interior de la península se transformaron en extensas praderas con lagos y ríos de agua dulce permanentes", explicó Richard Clark-Wilson, coautor del estudio publicado en la revista Science Advances de la escuela Royal Holloway (Reino Unido).
Su equipo consiguió determinar la edad de estas huellas utilizando la luminiscencia estimulada ópticamente. Esta técnica implica proyectar la luz sobre los granos de cuarzo y medir la cantidad de energía emitida por ellos.
"Las huellas son una forma única de evidencia fósil ya que proporcionan instantáneas en el tiempo, representando unas pocas horas o días, una resolución que tendemos a no alcanzar en otros registros", explicó Mathew Stewart, científico del Instituto Max Planck para Ecología Química en Alemania.
Los investigadores defienden que estas huellas pertenecían a los humanos modernos y no a los neandertales. Esta hipótesis se confirma por dos factores. Todavía no se sabe si nuestros primos extintos estuvieron presentes en la región más amplia de Oriente Medio. También a ella apuntan las aproximadas estimaciones de la estatura y de la masa de quienes podían haber dejado aquellas pisadas.
"Parece que esta gente visitaba el lago buscando recursos de agua y comida al mismo tiempo que los animales", señaló Stewart.
Aparte de las huellas humanas, se recuperaron 233 fósiles pertenecientes a otros seres vivos. Es probable que los carnívoros también fuesen atraídos por los herbívoros de Alathar, de manera similar que puede observarse actualmente en las sabanas africanas hoy en día.
"La presencia de animales grandes como elefantes e hipopótamos, junto con los pastizales abiertos y los grandes recursos hídricos, podía haber hecho del norte de Arabia un lugar particularmente atractivo para los seres humanos que se desplazaban entre África y Eurasia", concluyó el autor principal Michael Petraglia, del Instituto Max Planck para Ciencia de Historia Humana.