En Perú, el llamado modelo neoliberal se inauguró con el Gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000), que introdujo reformas económicas luego de un cierre ilegal del Congreso en 1992 y de elaborar una Constitución que allane el camino a sus políticas. Desde entonces, la derecha en Perú ha sido identificada con el fujimorismo como su fuerza mayor.
Falsa derecha
Rodolfo Rojas es analista político para la firma peruana Sequoia Political Advisory. Según su opinión y contrario a lo que está anclado en el imaginario político colectivo, el fujimorismo no fue un movimiento neoliberal o de derechas.
"El fujimorismo nunca fue de derecha, nunca fue reformista, nunca fue liberal, fue un movimiento conservador y luego populista que introdujo un modelo favorable para las empresas, nada más", dice el analista.
Dejando estas consideraciones locales aparte, Rojas advierte que, a nivel global, el agotamiento del modelo neoliberal es evidente.
"El fin del movimiento neoliberal tiene que ver con el fin de la revolución neoconservadora de Thatcher o de Reagan, es el fin del consenso de Washington, y es un modelo que se agotó porque no funcionó: hizo que los ricos y súper ricos se hicieran más ricos, pero dejando que las clases medias pasaran a ser pobres o miserables. El modelo fracasó porque no fue justo", afirma el experto.
Fiebre de izquierda
Sin embargo, y frente a los deseos de los sectores de la izquierda peruana, que no ha gobernado nunca en democracia y acaso anda demasiado entusiasmada con la pandemia con un gatillador hacia una apuesta socialista luego de que el COVID-19 haya revelado brutalmente las falencias de un Estado calamitoso, Rojas da algunos alcances que pone paños fríos.
"Los modelos económicos no se reforman porque los políticos crean que se deban reformar, cambian porque cambian las ideas, las generaciones, por un aspecto cultural y no por un asunto político. La política va reflejando la cultura (...) El modelo socialista es un modelo igualmente agotado", dice el analista.
"El problema del Perú es que no nos ponemos de acuerdo sobre lo que debería ser el Estado y esto, por la pandemia, ha abierto debates muy interesantes. Ahora no se está discutiendo si la minería tiene que pagar más impuestos, si la banca peruana puede competir con la de Bogotá o Santiago para ser la plaza financiera del cono sur. Hemos empezado a discutir, en medio de este desastre, la calidad de vida de los peruanos. Algo que resulta increíble", sostiene.
Avizorar el futuro económico luego de la pandemia es difícil, pero parece que ya sea que el próximo gobierno —que asume en 2021— sea de un espectro de izquierda o derecha, eso puede ser irrelevante en un mundo donde las luchas ideológicas se acabaron en economía, y donde, sostiene Rojas, hay que aplicar lo que sirva y desechar lo que no sirva. El resto son apasionamientos afiebrados entre bandos que polarizan a la población con fuertes cargas ideológicas que quizá estén de más luego de tanta agua que ha corrido bajo el puente en Perú.