El responsable de esta lamentable consecuencia de nuestra higiene bucal es el laurilsulfato sódico (SDS), usado no solo en la pasta dental, sino también en los champús, aceites y jabones de baño. El SDS es un detergente responsable de eliminar la suciedad y de hacer espuma, una propiedad deseada por los fabricantes y clientes.
El problema está en que bloquea temporalmente las papilas gustativas, responsables de percibir el sabor dulce. Además, el SDS descompone la grasas de la saliva que, al actuar sobre las papilas correspondientes, suavizan el amargor.
Este compuesto, como todos los detergentes tensoactivos, puede causar irritación en piel y ojos debido a que retira aceites y grasas de la piel, lo que en algunas personas sensibles podría ser desfavorable.
Sin embargo, es uno de los químicos más investigados tanto por activistas como por organismos internacionales y no se ha conseguido hasta la fecha ningún efecto secundario, más allá de nuestra pérdida temporal del gusto.