Una potente explosión se produjo en un almacén del puerto de Beirut el pasado 4 de agosto. El recinto contenía 2.750 toneladas de nitrato de amonio, una sustancia que se usa para producir fertilizantes y explosivos.
La onda expansiva afectó a la mitad de los edificios de la capital. Centenares de personas sufrieron lesiones causadas por fragmentos de vidrios rotos.
La tragedia dejó más de 135 muertos y unos 5.000 heridos. La explosión dejó sin hogar a casi 300.000 personas.
El presidente ruso, Vladímir Putin, transmitió sus palabras de "apoyo a las familias y los amigos de las víctimas, así como los deseos de una pronta recuperación a todos los heridos".