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El COVID-19 reabre las brechas socioeconómicas que se empezaban a cerrar

Las diferencias de ingresos por género, pertenencia étnica, raza y hasta edad comenzaron a ampliarse desde el inicio de la pandemia del coronavirus. Sputnik conversó con la doctora Agnes Milqueya, de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, en República Dominicana.
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Debido a las distintas trayectorias históricas, afrodescendientes, mujeres, minorías étnicas y religiosas y migrantes siguen siendo tratados como sujetos de menos derechos. Las brechas salariales, políticas y económicas que se han ido cerrando con el paso de los años y la conquista de sus derechos sufrieron un nuevo retroceso con la crisis provocada por el nuevo coronavirus.

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En el caso de las brechas de ingresos tienden a aumentar cada vez que la economía empieza a deteriorarse y la caída de la actividad provocada por la pandemia no representó una innovación en este sentido.

La situación de los latinos y afroamericanos en EEUU es un claro ejemplo. Si bien la tasa promedio de desempleo en el país alcanzó en mayo al 14,7% de la población según el Departamento de Trabajo, la incidencia no fue pareja. Mientras el 10% de los blancos quedó desempleado, el porcentaje ascendió a 15% en el caso de los afroamericanos y a 18,9% en el de los latinos.

Según explicó a Sputnik la doctora Agnes Milqueya, directora de la Escuela de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, en República Dominicana, estas diferencias radican en la falta de políticas que atiendan las brechas existentes

En el caso de su país "esto quedó evidenciado en la falta de atención que puso el programa FASE en estos aspectos y en particular en las diferencias de género", según dijo.

"[Las políticas] no afectan por igual a hombres y a mujeres, sino que la mujeres tienen menos ventajas frente a la aplicación de las políticas de flexibilidad monetaria y también de flexibilidad del trabajo. Es decir, la distribución de los créditos y de los ingresos favorecen más a los hombres", señaló.

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Entre otros motivos, el problema recae en que el programa atiende solamente a los trabajadores y en particular a aquellos que ejercen su tarea en la formalidad. Esto dificulta su acceso por parte de las mujeres, mayoritariamente ocupadas en tareas no remuneradas e informales y también el de la población rural. 

Además deja afuera a una proporción importante de la población más vulnerable, dado que la informalidad en el país alcanza al 56% de los trabajadores de áreas urbanas y al 70% de los de áreas rurales.

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