A veces, muy pocas, las ideas se tienen de rebote. Lo normal es lo contrario: que haga falta maduración, estrategia, plazos. Shellock es el ejemplo de esa inmediatez que tiene lugar excepcionalmente. ¿Por qué? Nació apresuradamente y ya está a punto de cambiar la forma de transportar y rastrear mercancías. La idea es que cada contenedor portado en un barco sea rastreado al minuto y cumpla con mayores garantías de seguridad.
Rápidamente se formaron grupos de cinco. Espontáneamente. Y cayó un grupo heterogéneo que en menos de 48 horas presentaban un proyecto para seguir a tiempo real dónde estaba cada contenedor de carga que llegaba a Barcelona. Se llevaron el segundo premio y algo más: la sensación de que lo que habían improvisado tenía recorrido.
Fue una semilla. Pronto, el equipo original se desvaneció, aunque se quedaron Calderón y Garcés como fundadores. "Llegó el verano y se estancó la actividad. En noviembre nos juntamos los dos y se renovó la iniciativa", explica Calderón por teléfono a Sputnik. Incorporaron a Ferran Guasch, al mando de la parte informática. "Nadie creía que fuera a salir nada de allí”, alega Calderón, “pero le vimos las posibilidades reales y salimos adelante".
Calderón tenía experiencia en el sector. Este panameño radicado actualmente en Bilbao había trabajado en África o América del Sur en lo relacionado con los trayectos y la logística de las mercancías. Sabía que "en los puertos se mueve la carga de forma innecesaria", indica. El proyecto embrionario cristalizó en un aparato que funciona como un sello: se trata de un candado que brinda la confianza en que no se abra el recipiente y que lleva un dispositivo para monitorear por dónde va y cuándo llegará a destino.
"Uno de los problemas con los contenedores es la incertidumbre del proceso. En un trayecto de China a España puede haber hasta 16 intermediarios: pasa por aduanas, camiones, escalas, etcétera. Y encima nunca se sabe exactamente dónde está", advierte el responsable. Para impulsar el aparato tiraron de micromecenazgo y de algunas instituciones como la Universidad de Barcelona o el banco Santander.
Por lo general, añade Calderón, hay dificultades para localizar, asegurar y anticipar los tiempos de entrega. Y muchos pedidos sufren retrasos, con las consecuentes pérdidas económicas o de clientes. "La idea es que sea eficiente, transparente y sostenible", remarca Calderón, que expone cómo la digitalización del sector está tardando en aterrizar. "Hay sistemas de GPS, pero no dan la situación exacta ni instantánea", incide.