El fracaso sin paliativos de Galicia en Común-Anova Mareas (Podemos-EU-Anova), marca autonómica en Galicia de Unidas Podemos (UP) que ha pasado de tener 14 escaños a no tener ninguno, ha dado paso inmediato a las críticas, las más aceradas provenientes de exmiembros de este partido, como el actual diputado de Más País, Íñigo Errejón, o el exlíder de Podemos en Madrid, Ramón Espinar.
Podemos se emplaza a la autocrítica a lo largo de esta semana, luego de analizar las consecuencias de su fracaso en estas elecciones autonómicas. Su secretario general, Pablo Iglesias, ha declarado la necesidad de hacer una "profunda autocrítica".
Las peleas internas a nivel estatal y en los territorios, los cambios en las denominaciones de las marcas autonómicas, los continuos relevos de líderes cuando no deserciones, han terminado por conformar una situación en la que, en el caso de Galicia, el Bloque Nacionalista Galego (BNG) ha absorbido no sólo gran parte del electorado de Galicia en Común-Anova Mareas (antes En Marea), sino su propio mensaje. Una especie de vuelta al voto útil vehiculada en la apuesta soberanista de izquierdas y feminista que expresa el BNG, se ha demostrado como un factor de fagocitación total, quién sabe si ya irreversible.
Razones de un fracaso
Tras la espectacular cuarta mayoría absoluta del PP de Alberto Núñez Feijóo (41 diputados y 47,98% del voto), ahora es el BNG quien encabeza las filas de la oposición merced a sus 19 diputados (6 en la anterior legislatura) y un 23,80% de apoyo.
Según las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), su candidato para estas elecciones, Antón Gómez-Reino, era el más desconocido entre los electores. Las críticas internas denuncian que tanto él como Miren Gorrotxategi, la candidata para el País Vasco, han sido candidaturas impuestas desde la dirección central de UP en Madrid, y no acabadas de consensuar en sus territorios. Exdirigentes de Podemos como Ramón Espinar culpan del desastre electoral a una dirección que "ha teledirigido la campaña desde Madrid".
También, la pujanza de la candidata del BNG, Ana Pontón, quien ha puesto el acento social y feminista a su campaña, ha sido depositaria de los votos evaporados de la izquierda alternativa que representaba hasta este momento Galicia en Común. El BNG, tras proceder a una renovación de líderes, en ocho años ha podido reconstruir su espacio político, soberanista y de izquierdas, desde que en 2012 el partido rompiera con su líder histórico, Xosé Manuel Beiras, desde entonces encuadrado en Anova. El resultado cosechado por el BNG es el mejor de su historia.
¿Clave nacionalista o territorial?
Tanto en Galicia como el País Vasco, el espacio de la izquierda ha sido ocupado de manera rotunda por las formaciones soberanistas. Juan Carlos Monedero, cofundador de Podemos, asegura en Twitter que la izquierda nacionalista se ha "podemizado", al asumir su mensaje, ahora en clave soberanista.
Su excompañero Íñigo Errejón señala en este medio que "la alternativa popular será confederal y plurinacional o no será", subrayando la fagocitación se ha producido si no en el terreno ideológico, sí al menos en el publicitario ligado a los territorios. El BNG gestionará ahora el espacio dejado por la marca local de Podemos. Es una agrupación de formaciones políticas con casi 40 años de antigüedad como alianza política (Unión do Povo Galego, su principal partido, se fundó en los años 60).
En otras palabras, es un partido con solera, hecho que contrasta con los escasos ocho años de vida de la alternativa de izquierda que representaba Galicia en Común-Anova, de arquitectura interna mucho más frágil.
Un toque de atención para la coalición de Gobierno
Los partidos que integran la coalición de Gobierno en España, PSOE y UP, no han podido insuflar a los votantes ningún estímulo extra. El PSdeG, conducido por Gonzalo Caballero, no se ha contagiado del impulso que puede imprimir tener a un socialista como Pedro Sánchez al frente del Gobierno en España.
Las dudas sobre la viabilidad del proyecto de UP pueden incrementar las presiones tanto externas como internas, donde la lectura de los resultados en el País Vasco y Galicia servirá a sus críticos de palanca de presión para efectuar un viraje estratégico.