Dicen que toda crisis es oportunidad, y la pandemia no escapa a esta máxima, pero en momentos de incertidumbre vale la pena estar alerta de los oportunistas. En tiempos de COVID-19, cuando la preocupación está puesta en la salud, quienes se aprovechan de una apariencia científica para sacar provecho juegan con más que su propia reputación, apuestan con la vida y la muerte.
Lo que en otro caso hubiera pasado desapercibido se transformó en el centro de un escándalo sensacionalista por tratarse de un personaje de estrechos vínculos con famosos del mundo del espectáculo, el deporte y la política local. En vivo, en un programa de TV de aire, el médico aseguró contar con "la fórmula para el coronavirus", quizás la última y más osada de sus mentiras, cuyo frasco vendía a 4.500 pesos (65 dólares).
Mühlberger se transformó desde hace años en el cosmetólogo de los famosos en Argentina, específicamente para terapias antiedad. Entre sus pacientes desfilan la exestrella del fútbol Diego Maradona, el cantante de rock Charly García, la exdiputada Elisa Carrió y las exvedettes y presentadoras de TV Moria Casán y Susana Giménez, entre decenas de otros.
Mühlberger forjó su fama gracias a tener una clínica dedicada a diferentes procedimientos estéticos faciales y corporales, tratamientos sobre la base de complementos y suplementos y el uso de un tipo de terapia sin sustento científico denominada "medicina ortomolecular".
Su exposición mediática vino de la mano del uso estratégico de lo que en Argentina se conoce como canje. El doctor les ofrecía a las celebridades procedimientos gratuitos a cambio de la publicidad no convencional en sus programas, ya sea como invitado o de la mención de su nombre y centro.
Su detención dio pie también a que algunas de las personalidades que se atendían con él salieran en su defensa, aduciendo estar conformes con los resultados y la supuesta seriedad y calidad de los procedimientos.
Sin embargo, comenzaron a hacerse públicos los detalles de la causa, además de descargos de empleados de la clínica y supuestos expacientes. Se develaron irregularidades que se realizaban allí, que van desde la sustitución de etiquetas de suplementos de venta libre hasta acusaciones de falsos tratamientos hormonales mediante la ingesta de orina, sin previo aviso al paciente.
En el allanamiento a la clínica se encontraron fármacos vencidos y residuos patológicos que incumplían los protocolos para su desecho. Un exrecepcionista alegó que habrían suministrado té con gotas de clonazepam (ansiolítico y sedante de uso psiquiátrico) a pacientes alterados sin su consentimiento, una acusación que implicaría su autoincriminación como cómplice y que abriría un capítulo judicial paralelo.
En 2016, el médico reabrió su clínica —allanada y clausurada la semana pasada— como Mühlberger Klinik, un cambio de nombre que le permitió seguir trabajando desde la irregularidad. El espacio no estaba habilitado como sanatorio sino como local comercial y contaba con empleados sin título habilitante para ejercer tratamientos médicos.