La URSS envió su primera sonda a Venus en 1961, el programa estaba a cargo de Serguéi Koroliov, el fundador de la cosmonáutica soviética y rusa. Nueve años después un vehículo de exploración soviético se posaba en la superficie de ese planeta.
"La fisiología y la medicina hiperbólica comenzaron a avanzar en nuestro instituto gracias a que (...) Serguéi Koroliov, además de Marte, estudiaba posibles vuelos a Venus", dijo Suvórov a Sputnik.
En 1981, los investigadores soviéticos, entre ellos Suvórov, llevaron a cabo experimentos para comprobar si era posible trabajar a 100 metros de profundidad, luego a 350 y 450 metros.
"Al final casi demostramos que el humano podría trabajar a una profundidad de 1.000 metros", explica Suvórov.
En esas condiciones hay dificultad para respirar pero se puede realizar esfuerzo físico moderado.
Sin embargo, cuando las naves soviéticas llegaron a Venus se descubrió que ese planeta tenía una atmósfera de dióxido de carbono y predominaban las altas temperaturas de más de 400 grados. Más tarde se abandonó la idea de misiones tripuladas a ese planeta.
"Lo cierto es que teóricamente el humano puede estar en Venus con escafandra. Si podemos bajar a una profundidad de 1.000 metros, con el tiempo podemos pisar suelo venusiano", asegura Suvórov.
El primer vehículo de exploración soviético que se posó en Venus en 1970 tras un vuelo de cuatro meses, registró presiones de 90 atmósferas y temperaturas de 475 grados en la superficie de ese planeta, el segundo del sistema solar.