El turbulento mercado petrolero parece entrar en una nueva fase tras el acuerdo pactado el 10 de abril entre la OPEP y Rusia para reducir su producción de crudo hasta 10 millones de barriles diarios. Los precios de la principal fuente de energía del mundo han caído en las últimas horas a su mínimo desde 1998 (el barril West Texas de referencia en EEUU incluso cotiza en negativo) y todavía no se percibe el recorte acordado. Los mercados siguen a la baja y las cotizaciones de las compañías energéticas están por los suelos, habida cuenta del menor consumo de energía durante la etapa de confinamiento. En España, la petrolera Repsol ha perdido casi el 44% de su cotización en lo que llevamos de año, un escenario propicio para los inversores extranjeros, resueltos a comprar acciones a la baja.
Un año negro
La Agencia Internacional de la Energía advirtió hace unos días de la gravedad de la situación: sin demanda y con unos depósitos en lo que no cabe ni una gota más, todo apunta a que 2020 será el peor año de la historia del petróleo. Porque si la demanda a nivel global ha descendido en torno a un 30%, la reducción pactada entre la OPEP, Rusia y otros países supone apenas un 10%. Es decir, el descuadre sigue siendo muy amplio aun cuando EEUU y otros estados resten otro 5% menos.
EEUU conjuga la actual situación con el vuelco experimentado en los últimos años; en menos de una década ha pasado de ser el mayor importador a exportar petróleo y gas a raudales, al tiempo que se aseguraba su soberanía energética. Pero con un barril exageradamente barato, su industria de extracción por fracking (fracturación hidráulica) no puede aguantar mucho más, ya que es un procedimiento más caro y las propias compañías están endeudadas. Es una situación en la que ya antes de la etapa de confinamiento se vislumbraban quiebras masivas y despidos.
España, EEUU y el gas
El país ibérico ya no tiene a Argelia como principal suministrador de gas, sino a EEUU con su gas de esquistos. Tal vez las ganancias de unas empresas de fracking ayuden a sostener las pérdidas de otras. "Todo está muy interrelacionado", recuerda a Sputnik el geólogo Alfonso Yébenes, quien explica que "la auténtica guerra se está librando en la historia del petróleo, que tiene muchas claves". El petróleo de Oriente Próximo sigue pujando por tener una salida, pero Yébenes recuerda un dato demoledor:
"A EEUU le sobra gas, no petróleo. Hay más de 4 millones de perforaciones de fracking en su territorio. Su jugada es de futuro".
¿Objetivo el fracking?
El petróleo extraído mediante esta técnica ha propiciado que Arabia Saudí perdiera entre el 40% y el 60% de su mercado en EEUU. ¿Pergeñaron entonces los saudíes una estratagema para librarse de su competidor? El caso es que es justo en esta situación cuando el capital saudí comienza a hacer incursiones bursátiles.
El economista Daniel Lacalle ya declaró a Sputnikque el presupuesto saudí a tal efecto es limitado. Los estadounidenses no permitirían que Arabia Saudí tomase posiciones en acciones de empresas norteamericanas, y tampoco China. "En cualquier caso, ni Arabia Saudí tendría capital para introducirse de manera relevante en el mercado, en las empresas de petróleo de esquisto, ni tampoco sería la solución", afirmó. En el pasado, el país árabe experimentó un aumento de su déficit y de su deuda en las ocasiones que accedió a participar en las "guerras de precio".
Una partida a cuatro
"Hay que entender que este escenario tiene cuatro vértices: el golfo Pérsico, EEUU, Rusia y China. Y la partida que se está jugando es muy sofisticada", señala el geólogo Alfonso Yébenes, también con dilatada experiencia profesional en grandes petroleras. "Si algo aprendí de mi experiencia en Exxon no fueron sólo cosas relacionadas con el petróleo o el gas, también con la política", subraya.
Yébenes, también catedrático de Biología durante su etapa como profesor en enseñanzas medias, destaca el hecho de que en las grandes energéticas las estrellas no son los geólogos, sino economistas y hasta psicólogos. "A mí me pilló la Guerra del Yom Kipur [1973] en Exxon y sé que se provocó porque interesaba que estallase. De hecho, las ganancias de la compañía se multiplicaron por ocho en un mes", asevera. "La gente no lo sabe, pero la industria de la informática y la informatización de las empresas se desarrolló gracias a las petroleras. Yo en 1972 ya tenía un ordenador en el despacho y teléfono móvil, que era como un zapato de grande".
"Son todo jugadas a medio plazo y la de los saudíes cabe interpretarla así, porque, quizá piensen que dentro de un año esto vuelva a pegar un subidón tremendo. Y a EEUU le sobra gas, no petróleo", afirma Yébenes.
"Lo que hace que la jugada ahora sea compleja es que antes EEUU manejaba todos los hilos y ahora no, es un pulso con más actores. Y las inversiones de los saudíes, aunque parezcan pequeñas, son importantes. Y la jugada sigue, porque los hidratos de metano aún los tienen por ahí guardados, sólo Japón ha tirado un poco de ellos", concluye.