Según denunciaron desde Moscú y Damasco, Washington está aprovechando un problema mundial como es el COVID-19 para alimentar su campaña de desprestigio contra la república árabe, acusando al Gobierno de Bashar Asad de ser incapaz de "contrarrestar eficazmente" la propagación de la enfermedad.
Simultáneamente, Siria sufre una reactivación del terrorismo. Así, recientemente se registró un ataque en la provincia de Latakia donde un grupo de extremistas disparó contra una población.
Como si fuera poco, la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas presentó un informe donde acusa a las fuerzas gubernamentales sirias de haber usado bombas con gas sarín y cloro en una operación militar en 2017, un documento que recibió duras críticas internacionales. Particularmente, desde la Cancillería rusa denunciaron que el informe —que no presenta pruebas y contiene frases como que "existen motivos razonables para creer" en la responsabilidad de Damasco— "evidentemente fue elaborado a pedido de países de Occidente o bajo su presión política".
"Sin duda que existe el vínculo muy estrecho entre el terrorismo —pongámosle el nombre que quiera: Al Qaeda, Estado Islámico o el que sea— y EEUU", manifestó, al señalar que Donald Trump "necesita como el agua" victorias como un derrocamiento de Bashar Asad para recuperar su popularidad "desplomad" por "su torpeza para enfrentar el coronavirus".