Según los autores, la crisis actual ha demostrado que el mundo puede volverse irreconocible en apenas dos semanas, por lo que no sería de extrañar que, una vez controlados los brotes locales del COVID-19, los países se mantengan renuentes a abrir sus fronteras.
Un certificado de inmunidad, si se desarrollara una tecnología especial para teléfonos móviles rápidamente, contribuiría a revitalizar la industria de viajes; de lo contrario, las prohibiciones en vigor serían sustituidas por períodos de autoaislamiento obligatorio a la llegada.
Los autores del estudio advierten también de que tiendas, restaurantes, bares y otros locales, cuando finalmente reabran hacia junio, podrían limitar el aforo, como demuestra la experiencia de China en la que muchas empresas, tras reanudar sus operaciones, pidieron al personal mantener el distanciamiento social.