Tras la orden del alcalde de Lima, Jorge Muñoz, la Plaza de Acho fue llenada de camas y de otras facilidades con el objetivo de albergar a 135 personas sin hogar. Los que desean cobijarse en este improvisado albergue son examinados por el personal sanitario en mascarillas y otros equipos de seguridad para evitar la propagación de la COVID-19.
"Después de este proceso de control del ingreso de personas, el objetivo es darles atención médica rutinaria. Y si determinamos una condición que merezca tratamiento urgente, una observación en breve, tenemos una unidad acondicionada para esto", señaló Juan Luis Arce Palomino, miembro del Sistema Metropolitano de Solidaridad, una de las entidades a cargo de la iniciativa.
El proyecto ha generado controversia, sobre todo por parte de la oposición de la Asociación Taurina del Perú. Esta organización afirma que el recinto, que tiene 250 años de antigüedad, es un patrimonio cultural y no cumple los requisitos sanitarios para ser transformado en un albergue para personas sin hogar.
El alcalde de Lima se indignó por estos argumentos y afirmó que "es una denuncia contra toda la sociedad. Estamos trabajando para proteger a los seres humanos, y ellos no quieren hacerlo".
Según las autoridades peruanas, a 1 de abril el país había registrado 1.065 personas infectadas con SARS-CoV-19. La enfermedad se llevó las vidas de 30 personas.