Al salir el sol, además de los deshechos de la noche anterior, se pueden leer las pancartas que rezan muchos balcones de esta calle de Madrid. "Ruidos no" es la frase más repetida en un tramo de vía urbana que no supera los 500 metros y en el que se acumulan unos sesenta bares. Una situación que se vive en la capital, pero también en otros puntos de la geografía española como el distrito barcelonés de la Ciutat Vella o la isla de Ibiza.
No poder descansar, te produce una gran disfunción en todo. Vas mal a trabajar, no puedes estudiar, estás irascible, no estás a gusto en tu casa…y todo esto te produce todo tipo de problemas de salud", admitió Jorge Pinedo, abogado de la asociación Juristas contra el Ruido.
Pinedo, que se encarga del área de Madrid, reconoció que al año se registran miles de denuncias por ruidos. Las más habituales suelen ser contra lugares de ocio como bares y discotecas, que no siempre cumplen con los niveles de ruido marcados por la ley, ni con los horarios, ni con las reformas necesarias de insonorización. Una problemática que se intensificó a raíz de un cambio legislativo. "Estamos teniendo muchos problemas desde que entraron en vigor en 2014 las declaraciones responsables. Antes para abrir un local tenías que tener una licencia de actividad y otra de funcionamiento, por lo que tenían que venir muchos más funcionarios para realizar comprobaciones. Ahora simplemente con la declaración responsable, puedes abrir. En un año, el Ayuntamiento pasará para ver si se corresponde el estado del local con lo que se declaró. Esto genera muchos inconvenientes, porque la mucha gente abre el bar de cualquier manera y se dedican a poner parches, mientras los vecinos sufren", explicó Pinedo.
Y no solo las discotecas se pueden convertir en pesadilla para los vecinos. Las terrazas, que plagan calles y plazas de España, se están transformando en enemigo público de la que gente que quiere dormir. Aunque cumplan los horarios y todas las prevenciones, el hecho de que estén tan cerca de los edificios provoca problemas de descanso en la población. "Las terrazas suelen estar hasta la una de la madrugada, pero, a esas horas, ya hay mucha gente durmiendo. Los vecinos, sobre todo de primeros y segundos pisos, sufren el ruido y también el humo de los fumadores, que entra en sus casas. Además, una vez cerrada, el movimiento para recogerla provoca más ruidos. Lo mismo pasa cuando las abren".
"Es una actividad que genera un inmenso impacto acústico. Parece que aquí, en España, hay que conceder licencias de terraza sí o sí y no es así. Debería valorarse el impacto que puede tener esa terraza", afirmó Pinedo.
Una problemática, la del ocio nocturno, que, en parte, viene dada por la ingente concentración de locales en un área determinada. Según el abogado de Juristas contra el Ruido esto es lo que sucede en la calle de Ponzano o en AZCA: "Ponzano se ha convertido en un parque de atracciones de pincho y copa. Se ha convertido en un barrio inhabitable para los vecinos. Por eso, hay que controlar la concentración de locales. No dar licencias para poner 200 locales en una manzana. Hay que distribuir el ocio por toda la ciudad, para que este solo en puntos determinados".
Ruidos más allá de las discotecas
El jolgorio de los locales no es lo único que puede alterar el sueño. El tráfico se ha convertido en una de las mayores fuentes de ruido de áreas urbanas y rurales. Pitidos y frenazos son el día a día de muchas personas, y es que el 20% de los europeos viven en zonas donde los niveles de ruido del tráfico son dañinos para la salud. En concreto, según el último informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente, 113 millones de personas se exponen durante todo el día a sonidos de más de 55 decibelios. Niveles que provocan 48.000 casos nuevos de cardiopatía isquémica cada año en todo el continente.
Según Pinedo, el ruido del tránsito es "cuantitativamente el más importante", pero "cualitativamente no". Se asume como algo normal, una parte más de la vida en ámbitos urbanos. No se puede hacer nada contra las sirenas de las ambulancias o los cláxones de los autobuses. Tampoco contra el ir y venir de los aviones.
"Los aeropuertos generan muchas quejas, pero es muy complicado combatir contra ellos. El Estado hizo una modificación de la ley de navegación aérea y estableció que, si un avión circula por la altura y canal por el que tiene que volar, no se puede hacer ninguna reclamación, aunque molesten a la población. Es una infraestructura blindada", comentó el jurista.
Sin embargo, a veces, la perturbación del sueño puede venir desde más cerca. Dentro de las comunidades de vecinos existen una infinidad de ruidos que incitan a denunciar. Desde calderas y aires acondicionados hasta inquilinos molestos, que, muchas veces, se escudan en la premisa "hasta las 12 de la noche puedo hacer todo el ruido que quiera". Una frase que no es más que una leyenda urbana. "No es cierto. Según la normativa, en Madrid, en periodo diurno no puedes superar los 35 decibelios y en el nocturno los 30. Hay que ser consciente que solo con subir tres decibelios, el ruido se dobla", aseveró Pinedo.
Una amenaza 'invisible', aunque perceptible, que es origen de muchos de los problemas de salud que se padecen desde el Atlántico hasta los Urales. Y es que, según la Organización Mundial de la Salud, tan solo en la Unión Europea, se han perdido 1,6 millones de años de vida saludable a cuenta de pitar indiscriminadamente, los vecinos ruidosos y calles que, como Ponzano, se han convertido en azote del silencio.