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El presidente de Portugal se somete a un aislamiento voluntario por el coronavirus

MADRID (Sputnik) — El presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, suspende su agenda y se someterá a un aislamiento domiciliario voluntario de dos semanas como medida de prevención tras conocerse que su residencia, el Palacio de Belem, fue visitado por un grupo de estudiantes que tuvo contacto con una persona contagiada por coronavirus.
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"El Presidente de la República, a pesar de no tener síntomas virales, decidió cancelar toda su actividad pública", informó el Palacio de Belem a través de un comunicado.

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En concreto, la nota oficial detalla que el Palacio de Belem fue visitado por un grupo de estudiantes pertenecientes a un colegio de la comarca de Felgueiras que fue clausurado en la jornada del sábado después de confirmarse que uno de los alumnos estaba contagiado.

Ni el alumno ni sus compañeros de clase estuvieron en el Palacio de Belem, pero el presidente (de 71 años) sí compartió espacio y se hizo fotografías con otros alumnos y profesores del centro.

"En el momento en que todos los portugueses demuestran una alta madurez cívica ante el brote viral, el Presidente de la República entiende que debe dar un ejemplo reforzado de prevención, aunque continuará trabajando en su residencia privada", reza el comunicado.

La agenda de Marcelo Rebelo de Sousa, ahora en suspenso por dos semanas, contenía la previsión de desplazarse a España para participar en un acto sobre economía circular, aunque la mayor parte de sus previsiones tenían carácter nacional, según apunta la televisión pública RTP.

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Portugal cuenta con un total de 30 casos de coronavirus diagnosticados, sin que por el momento se tenga que lamentar ninguna muerte relacionada con la enfermedad.

A finales de 2019, las autoridades de China informaron de un brote de neumonía en la ciudad de Wuhan, causado por una nueva cepa de coronavirus que fue denominada SARS-CoV-2, en tanto la enfermedad que provoca fue llamada COVID-19.

A nivel global, el nuevo patógeno ya infectó a más de 109.000 personas en un centenar de países y provocó unas 3.800 muertes, la aplastante mayoría en la China continental.

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