"Lo importante de Evo Morales en Argentina es el mensaje que le ha dado Argentina, muy claro: señor Morales, le damos refugio pero se queda calladito, esperamos que eso se cumpla", dijo en conferencia de prensa el ministro de Gobierno, Arturo Murillo.
Los mensajes de Morales, quien llegó el 12 de diciembre a Argentina en busca de refugio político, fueron cuestionados también por el líder de la minoría parlamentaria que respalda al Gobierno de facto, Óscar Ortiz, quien dijo que Buenos Aires "debería quitar el estatus de refugiado a Evo Morales, por violación de normas internacionales".
Esta línea había sido señalada el 12 de diciembre por la canciller Karen Longaric, cuando dijo que esperaba que Argentina haga cumplir las normas del derecho de asilo, "no como ocurrió en México, donde Evo Morales tenía un micrófono abierto para hacer política".
Esas normas, remarcó el ministro, impedirían además a Morales cumplir su papel de jefe de campaña del Movimiento Al Socialismo (MAS) en las elecciones generales bolivianas previstas para el primer semestre de 2020.
"Tendrá que ser un jefe de campaña calladito o por Whatsapp, no puede hacer campaña desde Argentina", insistió.
El Ministro de Gobierno, quien dijo públicamente varias veces que uno de sus objetivos es llevar a Morales a la cárcel, para lo cual le abrió un proceso por sedición y terrorismo, añadió que el expresidente indígena puede ingresar a Bolivia y movilizarse libremente mientras la justicia no emita en su contra una orden de apremio.
"Eso sí no lo vamos a permitir y vamos a actuar con la mayor dureza posible", advirtió.
Morales llegó a Argentina junto con altos miembros de su último Gobierno, como Álvaro García Linera, vicepresidente; Diego Pary, canciller; Gabriela Montaño, ministra de Salud, y Luis Alberto Gonzales, embajador ante la Organización de Estados Americanos.
Los cinco compartieron exilio en México, desde el 12 de noviembre, dos días después de la renuncia forzada de Morales.