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Cómo el Kremlin se 'escondió' de las bombas nazis | Fotos

Durante los años de la Gran Guerra Patria, Moscú fue bombardeada 141 veces. El objetivo principal de los ataques aéreos de Hitler era el Kremlin de Moscú, pero este sufrió solo ocho ataques.
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Los bombardeos causaron destrucciones menores a las previstas. Esto fue posible no solo a la exitosa defensa aérea y al trabajo de la aviación soviética. El Gobierno de la URSS tenía otra carta en la manga.

"La idea de camuflar el Kremlin de Moscú se planteó por primera vez antes de la guerra. El comandante del Kremlin, Nikolái Kirillovich Spiridonov, escribió una nota al Comité Central del Partido Comunista de la Unión bolchevique, es decir, el máximo órgano del partido. Fue en mayo de 1939. Una tarea similar también se estableció en 1941", precisa Serguéi Devyatov, asesor del director del Servicio Federal de Protección de la Federación de Rusia e historiador en una entrevista con Sputnik.

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El 26 de junio, unos días después de la ofensiva de la Alemania nazi contra el territorio de la URSS, el comandante del Kremlin presentó su plan final para proteger las 28 hectáreas del Kremlin y sus edificios al comisario general de la Seguridad Estatal, Lavrenti Beria. El documento solicitaba lo siguiente:

  • Dificultar la identificación del Kremlin para el enemigo.
  • Reducir la posibilidad de bombardeos de buceo en los edificios del Kremlin.

La nota fue acompañada por un borrador del plan de camuflaje desarrollado por el eminente arquitecto de la época Borís Iofán.

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Iofán "elaboró las posibles opciones para enmascarar el Kremlin. Fue su idea hacer que fuera completamente invisible. Para eso buscó fusionar sus estructuras verticales con los fragmentos pintados que estaban debajo de estas", detalla Serguéi Devyatov.

El interlocutor de Sputnik explica que "los mayores problemas en términos de enmascarar el Kremlin fueron las altas torres. Hay alturas superiores a los 70 metros, además del pilar de 82 metros de Iván el Grande". Por otro lado, la forma triangular de la fortaleza servía como un excelente punto de referencia para los atacantes.

Los trabajos de enmascaramiento comenzaron el 28 de junio y finalizaron en agosto, aunque el decreto sobre las medidas para camuflar objetos en el territorio de Moscú se oficializó el 10 de julio.

"Cientos de personas estuvieron trabajando", continúa Devyatov. El historiador aclara que el trabajo principal fue realizado por personal militar y sobre todo por el regimiento militar del propio Kremlin.

El brillante plan de Borís Iofán

El plan de Iofán proporcionó dos opciones de camuflaje:

  • Simulación plana: repintado de torres y fachadas para un cambio visual desde la vista superior.
  • Simulación volumétrica: construcción de estructuras falsas para proteger objetos reales.

"El enmascaramiento del Kremlin preveía en primer lugar el camuflaje de los elementos brillantes del Kremlin, como las estrellas de rubí [que coronan las torres]. Se apagaron y se cubrieron con trozos de lona, ​​se taparon las cúpulas doradas de Iván el Grande y las catedrales del Kremlin. Además, tanto el campanario Iván el Grande como las catedrales y los edificios fueron pintados de tal manera que parecía que no se trataba de un solo edificio. En estos se pintaron calles y avenidas", explica Devyatov.

Los muros y las 20 torres del Kremlin también se camuflaron. Las torres fueron estilizadas "como edificios residenciales con una gran cantidad de ventanas, además se dibujaron calles en las paredes del Kremlin".

Los bombarderos nazis en ese momento podían atacar el Kremlin desde una altura de aproximadamente dos kilómetros, ya que a una menor altura les estaba esperando un denso fuego antiaéreo. Los bombardeos ocurrían principalmente de noche.

Ambos tipos de camuflaje dieron un buen resultado. Esto fue confirmado por la observación de control desde una altura de 1.000 metros, desde diferentes ángulos.

"En cualquier caso, desde arriba, el Kremlin ya no se parecía al Kremlin. El diseño triangular que nos es familiar había dejado de existir", revela el asesor del director del Servicio Federal de Protección.

A pesar del hecho de que cientos de personas, artistas y militares trabajaron para ocultar el Kremlin, el primer bombardeo, en la noche del 21 al 22 de agosto, tuvo que ser desviado por las fuerzas de defensa aérea, ya que el trabajo de camuflaje aún no estaba terminado.

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Una bomba de 250 kilos, rellena de amoníaco, atravesó el techo del Gran Palacio del Kremlin (BKD) y cayó en el salón de San Jorge. No obstante, ocurrió un milagro: el artefacto no explotó. Atrapada en el ático, la bomba cambió su trayectoria y formó un embudo en el suelo.

Desfile del 7 de noviembre de 1941

"En el lugar del mausoleo de Lenin se levantó una casa de dos pisos con un entrepiso, que imitaba los edificios del siglo XIX, hecha de madera y contrachapado. En la Plaza Roja también se erigieron varios edificios de baja altura que imitaban los techos de edificios residenciales", amplía el asesor del Servicio federal de Protección.

El cuerpo de Lenin fue evacuado del mausoleo el 3 de julio de 1941 y devuelto a su lugar en 1945.

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El mausoleo estuvo camuflado toda la guerra, pero con una excepción.

Las falsas construcciones en la Plaza Roja se eliminaron solo una vez durante la guerra. Fue para el desfile del 7 de noviembre de 1941. A pesar del gran riesgo, Stalin decidió no cancelar el desfile anual dedicado a la victoria de la Revolución bolchevique. Según él, "incluso el clima ayudó a los bolcheviques". El evento festivo justo coincidió con condiciones climáticas de no vuelo.

El desmantelamiento de la simulación se realizó en un día. Después del desfile, tardaron solo 24 horas en restaurar el camuflaje.

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"En un día, en primer lugar, se desmanteló la casa que cubría el mausoleo y las gradas y, al mismo tiempo, se desmantelaron también tres construcciones falsas que estaban en el centro de la Plaza Roja. Inmediatamente después del desfile, volvieron a disfrazar la zona. Al día siguiente, ya había un informe de que el camuflaje había sido restaurado por completo", puntualiza Devyatov.

Camuflaje de Moscú

En los tiempos de guerra, se enmascararon no solo el Kremlin y los edificios cercanos, sino también otros objetos que resaltaban desde el aire. Uno de ellos fue el desvío del río Moscova, excavado en el siglo XVIII a un kilómetro de la fortaleza para protegerla de las inundaciones.

"Se decidió transformar este canal de derivación con barcazas y también dibujar calles y casas en ellas", explica a Sputnik.

Además del centro de la capital, sin duda los objetivos estratégicamente importantes de los bombardeos nazis eran las fábricas.

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Allí, la técnica de construcciones falsas también demostró ser exitosa, dice el arquitecto Konstantín Markus, hijo de Borís Markus, comisionado del batallón de camuflaje estudiantil basado en Universidad moscovita de Arquitectura.

"Una historia absolutamente maravillosa es cuando los muchachos inventaron fábricas falsas. En los territorios cubiertos de basura hicieron una imitación de edificios con reflectores, sombras, techos inclinados de madera contrachapada, tableros, etc... Durante el primer bombardeo, que ocurrió exactamente un mes después, en la noche del 22 de julio, estas fábricas falsas fueron bombardeadas, pero una fábrica real, emblema de la URSS, permaneció intacta", reivindica Marcus.

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Toda Moscú se transformó durante la Segunda Guerra Mundial. Las nuevas carreteras pintadas y los falsos edificios hicieron que la imagen de la capital fuera casi irreconocible para los radares nazis. Según diversas fuentes, gracias al ingenio de los arquitectos, fue posible desviar hacia los objetivos falsos aproximadamente un tercio de todos los ataques.

El histórico día en el que miles de nazis derrotados marcharon por Moscú
A pesar de que los intensos ataques a Moscú duraron hasta abril de 1942, el camuflaje del Kremlin se quitó solo al final de la guerra en 1945.

Al hacerlo, se dieron cuenta de que la pintura oscura que cubría las cúpulas de las catedrales del Kremlin se había pegado en exceso y recuperar su brillo original les costó trabajo a los restauradores. Sin embargo, estos esfuerzos no son comparables con la hazaña de haber conservado el corazón de Moscú.

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