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Por qué el mundo debería saber quién es la 'Doctora Liza'

Cada 19 de agosto se celebra el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, desde 2008. Este año Naciones Unidas puso el énfasis en la labor de las mujeres; por ello Sputnik te cuenta quién fue Elizaveta Glinka, la doctora rusa que Vladímir Putin condecoró dos veces por sacrificar su vida para ayudar a los más desamparados. Ésta es su historia.
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Quizá recuerdes la catástrofe aérea del 25 de diciembre de 2016, cuando el avión ruso Tu-154 con destino a Siria se estrelló el mar Negro con 92 personas a bordo. Lo que quizá no recuerdes es que una de ellas era Glinka, que falleció con tan sólo 54 años porque quiso acompañar personalmente la entrega de medicamentos al Hospital Universitario Tishrin en Latakia. 

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Ese día Rusia perdió a su activista de derechos humanos más prominente, una mujer que se ocupó de ayudar a personas en situación de calle, víctimas de guerra y moribundos, sin pedir nada a cambio. 

Glinka, popularmente conocida como Doctora Liza, nació en Moscú el 20 de febrero de 1962. Hija de un padre que servía en las Fuerzas Armadas rusas y de una madre nutricionista y presentadora de televisión, desde pequeña se interesó por la labor médica. En 1986 Glinka se graduó de reanimación pediátrica y anestesiología. 

En 1990 emigró a Estados Unidos, donde estudió cuidados paliativos y se involucró con el trabajo en centros de atención a personas en contextos de vulnerabilidad. De vuelta al este europeo, en septiembre de 2001, en Kiev, la Doctora Liza abrió el primer refugio gratuito para pacientes con enfermedad terminales en Ucrania, para garantizar su derecho a una vida digna.

Por qué el mundo debería saber quién es la 'Doctora Liza'

En una entrevista que dio a la revista rusa Snob en noviembre de 2012, la Doctora Liza dijo que comenzó a dar apoyo a personas en situación de calle casi de casualidad, cuando fue a un barrio moscovita en busca de un hombre con cáncer pero no lo encontró. 

"En cambio, encontré un pueblo entero cerca de la estación de trenes Paveletsky [de Moscú] donde estas personas desesperadas yacían en cajas de cartón e intentaban mantenerse calientes. A algunos les faltaban brazos o piernas, algunos estaban enfermos, otros congelados", contó. 

"Fue horrible. Les dije: volveré la próxima semana, no tengo tantos medicamentos para ustedes en este momento", y así lo hizo. Glinka y sus colegas comenzaron a ir a la estación de trenes de Paveletsky todos los días con comida, remedios y ropa. Las autoridades no estaban contentas: el vecindario era bastante céntrico y el camión de comida de Glinka atraía a más y más personas sin hogar y desvalidos, así que le pidieron que se retirara. No obstante, Glinka se negó a darse por vencida y trasladó la cocina improvisada a su oficina.

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En 2007, la Doctora Liza fundó en Moscú la organización Fair Aid, patrocinada por el partido Rusia Justa, con el objetivo de apoyar a pacientes con cáncer en fase terminal y personas desfavorecidas y sin hogar, proporcionándoles suministros médicos, ayuda financiera y otros servicios esenciales.

También se recuerda a Glinka porque recaudó fondos para personas que perdieron sus hogares en los incendios forestales en Rusia en 2010 y durante las inundaciones de 2012 en la ciudad de Krymsk. Entre 2014 y 2015, mientras el conflicto se prolongaba en el este de Ucrania, fue hasta allí para prestar asistencia y regresó a Moscú con niños enfermos y heridos.

Desde 2015, a lo largo de la guerra en Siria, Glinka visitó repetidamente el país con misiones humanitarias: participó en la entrega y distribución de medicamentos y en la organización de asistencia médica a la población civil. En varias entrevistas Glinka ha remarcado que trabajar en zonas de conflictos armados es "difícil". 

"Con respecto a la emocionalidad, generalmente no piensas en eso durante una guerra. Cuando hay bombardeos, intentas esconderte y al minuto siguiente lo olvidas, como si todo volviera a la normalidad", dijo Glinka. 

"¡Por ​​supuesto que da miedo! Solo la paciencia ayuda a combatirlo, nada más. (...) Nunca estamos seguros de que volveremos con vida, porque la guerra es un infierno", resumió. 

La labor de la Doctora Liza ha sido tanto aplaudida como criticada: fue acusada de hipocresía y autopromoción, hubo quienes hicieron hincapié en que hacía caridad conduciendo un Mercedes Benz. "¿Pero trabajar con las personas sin hogar justifica necesariamente usar trapos?", dijo en la misma entrevista con Snob.

A principios de diciembre de 2016, la asistencia social de Glinka fue reconocida por el presidente ruso, Vladímir Putin. La Doctora Liza recibió el Premio del Estado de la Federación Rusa por logros sobresalientes en el ámbito de las actividades de derechos humanos. 

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Al aceptar el premio, Glinka dijo: "nosotros, los defensores de los derechos humanos, no tenemos nada que ver con la política", y aseguró que a pesar de tantos años de trabajo, le sigue resultando difícil "ver a los niños muertos y heridos del Donbass, los niños enfermos y moribundos de Siria".

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